El tiempo de cuaresma sigue avanzando y ya llegamos al quinto domingo con lo que nos percatamos que ya nos aproximamos para
celebrar la pascua del señor.
Celebración que estará enmarcada por la alegría propia de este acontecimiento, es la alegría la que nos servirá de “termómetro” para saber cómo estuvo nuestro entrenamiento de cuaresma.
No olvidar que la cuaresma es un tiempo para vivir la fiesta de la pascua del Señor.
La primera lectura la Palabra de Dios nos hace saber por boca del profeta Ezequiel Que el señor viene a nuestro encuentro para realizar prodigios en favor nuestro, es una invitación para que tengamos CONFIANZA en la promesa hecha por Dios mismo en favor de todos. Y en esta oportunidad nos ofrece: VIDA NUEVA, SU ESPÍRITU, Y TIERRA PROMETIDA.
En la segunda lectura la Palabra de Dios nos invita a realizar el ejercicio de VIVIR EN EL ESPÍRITU, buscando constantemente hacer la voluntad de Dios que no es otra cosa que hacer siempre el bien y evitar hacer el mal.
Es bueno recordar que, porque el Hijo fue obediente y obediente hasta la muerte Dios lo resucito de entre los muertos y también recordar que el Espíritu es quien nos ayuda a recordar y comprender todo lo que el Hijo nos ha enseñado de parte del Padre, además de enseñarnos Él mismo de parte del Padre lo que nos conviene.
El evangelio nos presenta al señor Jesús devolviendo la vida a Lázaro y la razón para hacerlo es: “Para que contemplen la gloria de Dios” “…para que ustedes crean…” “…para que el Hijo de Dios sea glorificado…”.
Comprender al Señor se les dificulta a los discípulos y también a las hermanas cuando les habla de la nueva vida, al igual que a nosotros todavía se nos sigue dificultando creer en la resurrección, lo digo porque si no fuera así no tendríamos temor a la muerte, ya que no es ella la vencedora sino aquel que resucitando nos hace participar a todos de su resurrección.
Vencer al tentador de manera tan fácil, simplemente no hacer lo que le proponía, transfigurarse para dejar ver la gloria a la que estamos llamados todos a participar, saciar la sed con el agua viva que salta hasta la eternidad, devolver la capacidad de ver al ciego de nacimiento para que lo reconozca y pueda creer en Él y ahora devolver la vida a uno que ya lleva cuatro días sepultado son signos que Jesús da a todos para que puedan reconocerlo y creer en Él.
Hermanas y hermanos hayamos aprovechado el tiempo de Cuaresma, tiempo entrenamiento.
Jesús es el enviado de Dios, es el Hijo de Dios que ha venido a traernos la salvación, las señales son claras, están puestas para que veamos y creamos en Él.
Ya la muerte no tiene la última palabra, ahora la tiene aquél que resucitando nos trae resurrección para todos.