Nos presenta este domingo el evangelista San Mateo este pasaje donde el señor Jesús les habla a sus discípulos para recordarles su tarea en vista al servicio que deben realizar en favor de las comunidades, les hace notar la gran responsabilidad que les toca frente a los demás.

Para hacerlo utiliza dos elementos que tienen que ver con el diario vivir y que por lo tanto no es ajeno a los discípulos, elementos como son la SAL y la LUZ.

El Señor Jesús en su enseñanza compara a los discípulos con la SAL de la cual incluso les recuerda cuál es su función al ser utilizada en la elaboración de la comida y que sucede si la SAL pierde su propiedad que justamente hace que se le utilice en la preparación de los alimentos

Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si por casualidad la sal se volviera insípida ¿con qué se dará sabor a los alimentos? Si esto sucediera entonces ya su razón de ser de la sal en la preparación de los alimentos ya no tiene sentido y por eso su final, motivado por su pérdida de utilidad, es “Ya no sirve para nada, sino para echarla fuera y que la pisoteen los hombres.

Igualmente sucede cuando en su enseñanza usa el ejemplo de la utilidad de la LUZ en la vida cotidiana de las familias y su utilización cuando cae sobre ellas la oscuridad de la noche. La LUZ en la noche ayuda a continuar con los quehaceres que son propias del hogar y que al no poder hacerse durante el día que se pasa en el campo cultivando o pastando el rebaño recién se pueden realizar al volver a casa al caer la tarde y llegar la noche. La LUZ tiene una finalidad en su uso dentro de la casa y esta es “ni se enciende una lámpara y la ponen bajo el celemín, sino en el candelero, para que ilumine a todos los que están en la casa.

Termina la enseñanza con este segundo ejemplo dando a conocer la importancia que tiene el que ellos como discípulos cumplan con su misión delante de la comunidad ¡Ilumine así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos!

Es decir que la responsabilidad de mantenerse fiel a la misión recibida tiene una doble dimensión, ayudar con su ejemplo a los demás de cómo debe ser su propio comportamiento “para que vean sus buenas obras” es decir que aprendan los demás que todos estamos llamados a hacer el bien y por otro lado está la segunda la segunda dimensión y es que la comunidad al ver el bien que ellos hacen puedan glorificar a Dios que los guía y anima a realizar obras buenas y que terminan recordando a todos que Dios es dador de todo bien. Es decir, una doble responsabilidad que no deben olvidar nunca si es que no se quiere correr la suerte de la sal que pierde su propiedad y se vuelve insípida solo vale para ser arrojada afuera.

En otro momento cuando en su enseñanza utilice el señor Jesús un elemento propio de la vida del campo dirá “que si la rama no da fruto esta se corta y se echa fuera para que seque y luego ser quemada.

Como vemos la responsabilidad es grande para el discípulo al momento de cumplir su misión, este debe realizarla a plenitud y cabalmente.

A la luz de esta enseñanza nosotros discípulos y misioneros no podemos quedarnos indiferentes ahora que el Señor también nos ha recordado cual es nuestra tarea, pidámosle al dueño de la mies que nos conceda la gracia de no olvidarlo y mejor aún que nos conceda voluntad y fortaleza para realizarla.

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