Queridos amigos
Cómo era un día en la vida de Jesús. Aunque empezando por la tarde, al modo judío, el evangelio de hoy (Mc 1,29-39) nos describe cómo era un día en la vida de Jesús. Sin bajar a los detalles, que serán distintos a los nuestros, Jesús dividía el día en cuatro tiempos, que debieran estar en cada uno de nuestros días. Tiempo de oración, de evangelización, de socialización y de ayuda. Veámoslo brevemente.
Orar es justamente la primera cosa que hacía Jesús. Desde muy temprano, un buen rato y a solas (Mc 1, 35-37). Ciertamente Jesús lo hizo todo bien (Mc 7,37), pero eso no le excusó de orar y de orar siempre a su Padre Dios, como nos pidió que lo hiciéramos nosotros (Lc 18,1). Es bueno tener esto muy en cuenta, pues no faltan los católicos que no rezan porque dicen que ya hacen otras cosas buenas. Hay que hacer estas otras cosas buenas, pero sin omitir la oración.
La segunda cosa que Jesús hizo en la mañana de ese día fue evangelizar. Hasta la hora del almuerzo, recorriendo con los apóstoles, todos los pueblitos del entorno. Era su práctica de todos los días, por lo que logró misionar toda la Región de Galilea y más (Mc 1, 38-39). Ciertamente, a nosotros se nos hará imposible dar una misión de ese tipo, casa a casa y manzana a manzana, hasta misionar toda la parroquia, como lo hace el Grupo MISEVI (Misioneros Seglares Vicentinos). Pero evangelizar es esencial en la vida del cristiano, al menos con el testimonio de vida y la oración.
El tercer momento de un día en la vida de Jesús es lo que podemos llamar socialización. Quizá nos sorprenda, pero tal como la entendió y la vivió el Señor es algo realmente necesario. Tenemos que socializar para conocernos mejor entre nosotros y para estrechar lazos de amistad y de familia. Para descansar un rato, pues no todo tiene por qué ser trabajo y formalidad. El relax y la sana alegría, son muy importantes, nos enseña Jesús (Mc, 1, 29-31)
La visita y atención de los enfermos, fue lo último que Jesús hizo ese día. Hasta la puesta del sol. Enfermos y personas poseídas por espíritus malos, venidos de todas partes. Entre las actividades del día no podía faltar ésta, sanando a muchos y mostrando así que el Reino de Dios ya una realidad. Buena lección para nosotros que debiéramos ser más compasivos y practicar más las obras de misericordia, empezando por la de visitar a los enfermos de la familia. La caridad de Cristo nos urge (2 Cor 5, 14) y hemos de ser juzgados por esto (Mt 25, 36).