Hemos llegado ya al quinto domingo en este tiempo de Cuaresma que iniciábamos con la celebración del miércoles de ceniza y que en el evangelio el Señor Jesús advertía a sus discípulos que se cuidasen de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos, sino que por el contrario la deben practicar de tal manera que su Padre que ve en lo secreto lo vea y se lo recompense, en el primer domingo de la Cuaresma el evangelio nos presentaba al señor Jesús conducido por el Espíritu al desierto donde después de cuarenta días de ayuno sintió hambre y fue en esa ocasión en que el tentador se acerca para doblegar la voluntad del Señor y desviarla de estar al servicio de la voluntad de Dios y hacer que se ponga bajo su servicio, el servicio del tentador, pero nos enseñaba el Señor que para vencer al tentador bastaba con no hacerle caso; en el segundo domingo de cuaresma el señor luego de subir a la montaña con los discípulos que eligió para que lo acompañen y es allí que se transfigura delante de ellos que escuchan aquella revelación de que era el Hijo de Dios, su amado, su predilecto y al que se debía escuchar y al bajar de la montaña les pedía que no hablasen de lo que habían sido testigos hasta que resucitase de entre los muertos; en el tercer domingo el evangelio nos presentaba al Señor en aquel diálogo con la mujer samaritana a quien ofrece un agua que hará que nunca más se tenga sed y se convertirá en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna y que para adorar a Dios se debe hacerlo en espíritu y verdad sin importar el lugar o mejor en cualesquier lugar y por último le ayuda a la mujer a reconocer su propia situación de vida lo que hace que ella vaya a contarle a los de su pueblo que se había encontrado con un profeta y la gente al ser invitados a ir a verlo se acercan hasta donde está el Señor y luego de escucharlo y pedirle que se quede con ellos terminaran diciendo a la mujer que ahora ellos creen que Él es de verdad el salvador del mundo; el evangelio del cuarto domingo nos presentaba al Señor Jesús que se fija en un hombre ciego de nacimiento a quien devuelve la vista cuando el hombre ciego hace aquello que el señor le manda este hecho desata varias situaciones donde a la gente les cuesta reconocer que este hombre haya recobrado la salud y en todo caso como es que lo hizo también salta el tema que si uno que no respeta el sábado puede obrar en nombre de Dios y terminan expulsando al hombre según el acuerdo y es en esta situación que por segunda vez se acerca el señor Jesús al hombre para preguntarle si cree en el Hijo del hombre y luego de identificarse Jesús como tal el Hombre confiesa que si cree y en señal de ello se postro delante de Él.
Este domingo el evangelio nos presenta al señor Jesús devolviendo la vida a Lázaro y la razón para hacerlo es “…para que ustedes crean…” “…para que el Hijo de Dios sea glorificado…”. Comprender al Señor se les dificulta a los discípulos y también a las hermanas de Lázaro, cuando les habla de la nueva vida, al igual que a nosotros todavía se nos sigue dificultando creer en la resurrección, lo digo porque si no fuera así que tenemos dificultad de comprenderla, no tendríamos temor a la muerte, ya que no es ella la vencedora sino aquel que resucitando nos hace participar a todos de su resurrección.
Vencer al tentador de manera tan fácil, simplemente no hacer lo que le proponía, transfigurarse para dejar ver la gloria a la que estamos llamados todos a participar, saciar la sed que salta hasta la eternidad con el agua viva, devolver la capacidad de ver para que lo reconozca y pueda creer en Él y ahora devolver la vida son signos que Jesús da para que puedan reconocerlo.
Hermanas y hermanos espero que hayan aprovechado el tiempo de entrenamiento, y el entrenamiento estaba enfocado en llegar a vivir la alegría de la resurrección del Señor Jesús que es el enviado de Dios, es el Hijo de Dios que ha venido a traernos la salvación, las señales son claras, están puestas para que veamos y creamos en Él. Ya la muerte no tiene la última palabra, la tiene aquel que resucitando nos trae resurrección para todos.