TÚ ERES EL BUEN PASTOR, JESÚS
Una vez, una niña estaba al lado de su padre, ellos esperaban a mamá, momentos antes de la celebración del sacramento del bautizo. La niña de 5 años de edad, estaba preocupada porque su madre no llegaba: a cada instante miraba atrás, a la puerta principal del tiemplo, para ver si llegaba la mamá pero sin resultados. Luego llegó en el momento preciso. Al entrar por la puerta principal, la niña vio de lejos a su madre y corrió a su encuentro tan rápido que cuando estuvo cerca de ella, saltó sobre sus brazos y la llenó de besos mientras lloraba, como si fuera la única vez en su vida que la veía o como si fuera el encuentro después de muchos años sin verla. Con ese gesto le dijo a su madre: abrázame fuerte mamá porque necesito de ti.
¿Quién es el pastor?: es el que da seguridad, paz, ofrece calor en los momentos de desolación y angustia, guía nuestros pasos, nos protege del lobo, nos lleva a buenos pastos, nos da esperanza, y sobre todo nos regala su confianza y su amor. ¿Cuántos pastores tiene nuestra vida? ¿En cuántos pastores confiamos? ¿En quién deposito mi esperanza? ¿A quién puedo acercarme para que me lleve por buenos pastos?
Pedro, estaba siendo cuestionado y juzgado por los “Jefes del pueblo y ancianos” (Hch.4,8-12). El motivo: haber pedido, en el nombre de Jesús que un impedido para caminar se levante (cf.Hch.3,6). Lleno de Espíritu Santo, Pedro, pudo testificar sin temor, en bien de esa persona. El pastor preocupado para defender a su oveja y presentarle al autor de la salvación que es Jesús al que ellos rechazaron y mataron. No sólo defendió a su oveja, sino que presentó a Jesús como la “piedra angular”, como el único que puede salvar y no otro.
Su amor salvador es grande. Dios te ama a ti, a mí y a todos. Tanto nos ama que se atreve a darnos el título de hijos de Dios: “qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues lo somos” (1Jn.3,1-2). Cuánta gente piensa que su vida no tiene sentido, o que no vale para nada, o que no vale la pena vivir. Dios te ama a ti también. Él quiere ser tu salvador y tu pastor, no rechaces esa oferta de amor de Dios, pero por ser amor, Dios nos pedirá siempre conversión.
Jesús presenta su “DNI”. ¿Sabes cuál es?: “Yo soy el buen pastor” (Jn.10,11-18). Es el que da la vida, es el que cuida, protege, acoge, anima y alienta. Escuchan su voz, las llama a cada una por su nombre, no las espanta, no les hace daño. Cuida que el lobo no las mate, ni las manipule. Esto en contraposición de que hay hoy en día lobos vestidos de pastor, que lo único que hacen es confundir a las ovejas, alejarlas del redil, prohibirles que se acerquen al VERDADERO, al único que da salvación; cuidado, esos son los lobos, o como dice Jesús, en un lenguaje fuerte: “son ladrones y bandidos” (Jn.10,8). Es tan seductor el lobo que: te ofrece lo malo como bueno, te ofrece salvación de una manera fácil. Cuidado, no estamos obligados ni a seguirle ni a obedecerle, ni a escuchar su voz, no sea que perdamos lo más valioso que es la salvación misma. Esos son lobos y no pastores.
El deseo del buen pastor está claro: “escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor”.
Hoy es el día del buen pastor. Hoy nos unimos por la fe, la esperanza y el amor, al Papa que nos anima a orar en la “Jornada Mundial de oración por las vocaciones”. ¿Cuántos queremos que se celebre la Eucaristía y los demás sacramentos? ¿Cuántos queremos una palabra de aliento de un pastor bueno y acogedor? ¿Cuántos queremos que el Pastor nos mantenga en el Único Redil bajo un Único Pastor que es Jesús? Creo que todos. Y por eso es una obligación orar y promover vocaciones. Si cada familia rezara un poco más a Jesús el Buen Pastor, y lo hiciera con más fe y esperanza, gozaríamos de estos regalos que salen de su corazón. Oramos para que Dios nos regale santos y buenos sacerdotes, religiosos, personas de vida consagrada, y también laicos comprometidos para que le digan, como María: “Hágase en mí según tu Palabra” (Lc.1,38).
Tú eres el buen pastor, Jesús.
Con mi bendición.