Con motivo del evangelio del Buen Pastor (Jn 10, 11-18), hoy celebramos en la Iglesia el Día de las Vocaciones Sacerdotales. Entiendo que para ustedes es clara la relación que hay entre la Vocación Sacerdotal y el Buen Pastor, y es claro el por qué la Iglesia puso el Día de las Vocaciones Sacerdotales en el Día del Buen Pastor. (Digamos entre paréntesis que hoy es también Día de las Vocaciones a la Vida Consagrada y Religiosa, pues también ellos, los consagrados y religiosos, tienen que ser buenos pastores, y el Día de las Vocaciones de los Laicos, pues todos ellos, especialmente los papás y cuantos tienen autoridad y gobierno, tienen que ser buenos pastores).
Jesús Buen Pastor nos dice lo que el sacerdote tiene que ser: Pastor, y cómo tiene que serlo: Bueno. Algo tan sencillo encierra muchas enseñanzas y consecuencias. La primera y más importante es que la grandeza del sacerdote está en ser un “buen pastor de almas y de comunidades”. Como Jesucristo. Es esto lo principal que hay que mirar en y pedir del sacerdote, y no tanto si es una profesión con peso y rango en la sociedad (su figuración social). Sino si se parece a Jesús Buen Pastor y se comporta con la gente como Él. Al sacerdote se le suele ver como “el hombre del culto” (misa y sacramentos), y es eso, pero sin dejar de ser pastor, callejero y con olor a oveja, como nos repite el Papa Francisco. Se lo suele ver también como “hombre de iglesia”, pero sin dejar de ir por calles y plazas, buscando las ovejas “perdidas”.
Otra enseñanza importante es que, como pastor, el sacerdote debe pastorear, es decir, debe convocar las ovejas, reunirlas en grupos (comunidades), conducirlas juntas hacia prados buenos y seguros, y, al caer de la tarde, guardarlas en el redil. Hasta el siguiente día. Así, la evangelización del sacerdote pasa por la pastoral, que es hacer pastoreo. Es lo que hizo el apóstol Pablo, porque, como Jesús, amó de corazón a las ovejas, llegó a conocerlas y a llamar a cada una por su nombre, las cuidó y defendió, cargó a hombros las heridas y extraviadas, y dio su vida por ellas (Jn 10, 1-21). Amor, dedicación, paciencia, sacrificio, son algunas de las virtudes que se esperan del sacerdote buen pastor.
Y es aquí donde entra y cobra todo su valor el Día de oración por las vocaciones sacerdotales. Hay que orar mucho para que el Señor envíe a su campo sacerdotes (Lc 10.2), que sean buenos pastores. Orar y apoyar moral y económicamente. Orar, apoyar y valorar tanto el sacerdocio que los papás se ilusionen con un hijo sacerdote. Tanto… que creen el ambiente propicio donde crezcan vocaciones…