Ahora si ya llegamos desde el día 17 a la segunda etapa del ADVIENTO, etapa en que la Iglesia sigue pidiendo a su señor que venga, pero esta vez a diferencia de la primera etapa en que el pedido era que venga en su segunda venida con poder en gloria y majestad, ahora le pedimos que venga niño, recién nacido en Belén. El evangelio de este domingo nos presenta aquel pasaje que llamamos “LA ANUNCIACIÓN” por la escena que describe. Escena que podemos ir contemplando poco a poco para alegrarnos porque ya con este anuncio se vislumbra el cumplimiento de la promesa de Dios hecha a su pueblo de enviar un salvador. 

Lo primero que encontramos es que Dios toma la iniciativa y envía al Ángel Gabriel con un propósito que es anunciar a una virgen que será la madre de uno que será llamado Hijo de Dios. 

El envío tiene directivas precisas, ir a una ciudad de Galilea llamada Nazaret y en aquella ciudad visitar a una virgen de nombre María que está desposada con un hombre llamado José que es de la estirpe de David. 

Cuando el Ángel Gabriel llego a la ciudad de Nazaret en Galilea según le había enviado Dios entro en la presencia de María a quien saludo con un saludo inusual y que llamó la atención de la visitada tanto así que se llegó a turbar y es que el saludo había sido “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo” y María tiene razón de turbarse porque el visitante la ha saludado primero invitándola a que se alegre, se regocije, se llene de gozo. Pero ¿cuál es la razón para esa alegría? Todavía no se le ha dado a conocer. La ha llamado “llena de gracia” y María tampoco entiende porque es llamada de esa manera, es más, ¿que debe entender al ser llamada así? Algo se deja vislumbrar por la continuación del saludo y es que la gracia es un don de Dios y que el da a quien quiere, querrá decir acaso “favorecida de Dios” y es que ¿Qué otra cosa se puede entender cuando se le dice “el Señor está contigo”? sino que se cuenta con la amistad y preferencia de Dios. Estoy intentando sobre la razón de la turbación de la virgen llamada María, desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David, al recibir aquel saludo. 

Al notar el Ángel Gabriel la turbación de la virgen intenta calmarla dirigiéndole estas palabras:  

María, 

1.- “no temas,  

2.- porque has encontrado gracia ante Dios.  

3.- Concebirás en tu vientre 

4.- y darás a luz un hijo,  

5.- y le pondrás por nombre Jesús.  

6.- Será grande,  

7.- se llamará hijo del Altísimo,  

8.- el Señor Dios le dará el trono de David, su padre,  

9.- reinará sobre la descendencia de Jacob para siempre,  

10.- y su reino no tendrá fin” 

Enumero las palabras que el enviado por Dios, el Ángel Gabriel le dirigió a María, la doncella de Nazaret para calmar su turbación, y tal parece que en vez de calmarla la mareaba con tanta información junta. 

Lo cierto es que ella retiene una de esas informaciones y es la que al final de cuentas la llevará a plantear la pregunta pues su conocimiento sobre embarazos y nacimientos llegan a que estos se dan entre esposos que en un acto de amor colaboran con Dios generar nueva vida, de allí la pregunta “¿Cómo será eso, pues no conozco a varón” 

Y nuevamente el Ángel Gabriel intenta dar una respuesta a la inquietud de la visitada. Dejando volar la imaginación y parafraseando podría recrear el momento “Mira María la cosa va a ser de esta manera “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.” Así que tú tranquila porque todo esto lo va a realizar Dios, y si por no lo sabías tu parienta Isabel, a la que el pueblo llamaba estéril, y de la que se burlaban tanto por no haber concebido un hijo en su juventud ahora ya tiene 6 meses de embarazo en su vejez, para que veas que para Dios nada hay imposible.” 

Es aquí, cuando el enviado por Dios le menciona el embarazo de su pariente anciana, cuando la Doncella de Nazaret, ya superada su turbación, da su asentimiento al mensaje que le ha traído tan digno visitante y ella dice la frase “Aquí está la sierva del Señor; hágase en mi según tu palabra”.  

Y terminada su embajada de dar tan grande noticia a la Virgen de Nazaret y habiendo recibido la respuesta positiva de ella que acepta ser la Madre del Hijo de Dios, que el Ángel Gabriel la dejó, se marchó. 

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