En esta oportunidad el evangelio nos presenta al Señor Jesús hablando a sus discípulos a quienes intenta enseñarles sobre la necesidad de estar siempre prevenidos y atentos para en todo hacer la voluntad de Dios ya que en cualquier momento puede llegar a el reino de los cielos.
Para lo cual les cuenta una parábola en la que compara el reino de los cielos a diez doncellas que salen a esperar al esposo con lámpara en la mano.
Por lo que se lee, la comparación que nos presenta el evangelio mira hacia el futuro, “se PARECERÁ el reino de los cielos…”.
Por el desarrollo de la parábola podemos colegir que, en principio, todos estamos llamados a participar del amor, el perdón y la salvación que Dios nos da en su Hijo muy amado, Jesucristo.
Todos deseamos participar de lo ofrecido por nuestro Padre Dios, por lo que podíamos decir que todos estamos representados en las diez vírgenes han salido a esperar…
¿Es suficiente esperar, es suficiente desear?, o tal vez junto a esto es necesario que el creyente realize lo conveniente para llegar participar de la fiesta junto al novio.
Realizar lo conveniente para los creyentes es amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo.
En la parábola el Señor Jesús hace una clara diferenciación de las vírgenes por su prevención. A las que trajeron aceite en las alcuzas junto con sus lámparas, el Señor Jesús llama sensatas, y a las que trajeron sus lámparas, pero no la alcuza con aceite, con que alimentar sus lámparas las llama necias.
Y la necedad en este caso está en haber actuado de manera inconsciente, sin tomar previsión por si hay algún retraso, por no preocuparse en hacer lo que Dios quiere, como quien dice viviendo cada quien como le da la gana.
Queriendo las necias, solucionar su descuido e ir a comprar el aceite necesario para tener encendidas sus lámparas descubren con pena que ya no hay tiempo para hacerlo, pues al no encontrarse cuando llega el novio, son excluidas del banquete de bodas. Banquete de bodas que es signo del Reino de Dios, del que todos somos invitados a participar, pero que debemos vestir el vestido de fiesta, para no ser preguntados “¿amigo cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?
De allí la recomendación que el Señor Jesús hace a sus discípulos, y con lo que termina el relato “Por tanto, vigilen, porque no saben el día ni la hora.”
Hermano y hermana el Señor Jesús nos relata a nosotros en este día esta parábola para nuestro provecho, para que actuemos siempre prudentemente por lo que debemos hacer el firme propósito de vivir teniendo presente siempre el Deseo de Dios, que es el que todos participemos de su amor y salvación. Ahora sabemos lo que nos corresponde hacer para participar del banquete de bodas.
No nos comportemos neciamente pues corremos el riesgo de ser excluidos del banquete de bodas.