El tiempo sigue avanzando y ya solo faltan seis semanas para que acabe este año litúrgico en que nos encontramos, lo cual sucederá con la semana en que celebraremos la fiesta de Jesucristo Rey del Universo.
En el evangelio de este domingo que se nos proclama escuchamos que los hijos de Zebedeo se acercan al Señor Jesús para hacerle un pedido concreto, pero que habla de sus aspiraciones, “Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda”, como quien dice queremos ser los primeros, por puesta de mano, adelantándose a los otros diez del grupo de los Doce.
¿Cómo entendían los hermanos participar de la gloria del Señor? ¿Era la búsqueda de los primeros puestos para mejor servir a los demás, o por el contrario era la búsqueda de los primeros puestos para hacer ostentación de poder?
Por el diálogo que continua, podemos acercarnos a la respuesta de las interrogantes. El señor les hace notar que no saben lo que piden y a continuación les hace una pregunta que ellos se apresuran a contestar, tal vez pensando que con eso lograrían su objetivo, el de poder sentarse uno a la derecha y el otro a la izquierda en su gloria. Pero el Señor aceptando la respuesta que los compromete, les hace saber que a Él no le corresponde conceder los puestos que solicitan. Como quien dice fueron por lana y salieron trasquilados.
Este pedido que hacen los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, desencadena una reacción de indignación entre los otros diez del grupo de los Doce.
Reacción que aprovecha el Señor Jesús para darles una enseñanza sobre la importancia y el compromiso que conlleva, dentro del grupo, la búsqueda de los primeros puestos.
Por eso empieza haciendo caer en la cuenta a sus discípulos, como es entre los que son reconocidos como jefes de los pueblos y los grandes, que usan su posición para oprimir y tiranizar a los demás.
Luego pasa a la enseñanza en sí misma y como debe ser dentro del grupo “El que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos.” Es decir, los primeros puestos no son para la vanagloria sino para ejercer el servicio en favor de los demás.
Y para terminar su enseñanza el Señor Jesús se pone de ejemplo y medida para los que desean o anhelan los primeros puestos “Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.»
El Señor Jesús nos enseña también a nosotros, a través de lo dicho al GRUPO DE LOS DOCE, como debemos relacionarnos con los demás, los que, habiendo sido llamados, decidimos seguirle como discípulos-misioneros, tenemos que hacerlo desde un espíritu de servicio.
Al sentirnos llamados a reconocerlo como aquel que ha sido enviado por el Padre Bueno para que sea el salvador de todos y aprendamos con su ejemplo “no he venido a ser servido sino a servir”
Que el Señor Jesús nos siga enseñando el camino que nos lleva al Padre.