Julio César Villalobos Laos

La lógica de Dios no es la del mundo

Era un joven de 20 años de edad, que se quejaba de todo y su queja era con mucho dolor e impotencia: “Cómo quieres que confíe y le crea a Dios si me acaban de botar del trabajo, si mi enamorada me dejó por otro, si mi familia de sangre me acaba de botar de su casa diciendo que no merezco estar en ella, si mis mejores amigos me han dado la espalda y por eso no encuentro su ayuda, si todos los de mi barrio me señalan con el dedo. Mejor no merece la pena seguir viviendo”.

El mundo de hoy cada día sangra más, está cada día enfermo, hay muchas heridas que no terminan de “sanar”. Podríamos entender el mensaje, a propósito que dice Ezequiel: “Si el justo se aparta de su justicia y comete el mal… ¿acaso vivirá? Ninguna de las obras justas que haya hecho será recordada: a causa de la infidelidad y del pecado que ha cometido, morirá” (Ez.18,24-28).

¿Tendrá sentido obra mal?, ¿se podrá justificar ese actuar malvado de muchos? Algo que es cierto es que cuando alguien obra mal y de manera libre y consciente, no tiene paz, no siente a gusto de nada, y si está cerrado, obviamente cuestionará hasta el proceder de Dios, que como advierte el profeta, “no es correcto”. Su lógica no entra en la de Dios.

La propuesta deberá ser: el volver a ser fieles a Dios, que siempre nos espera con los brazos abiertos, para darnos su amor salvador (cf.Jn.3,16). Que podamos con todas nuestras fuerzas hacer nuestra la oración del salmista: “Acuérdate, Señor, de tu compasión y de tu amor, porque son eternos. No recuerdes los pecados ni las maldades de mi juventud” (Salmo 24,4-9).

Para ser fieles a Dios y entrar en su corazón, y en su “lógica”, el ingrediente principal es la obediencia. El evangelio de hoy nos presenta el relato de dos hijos que son invitados a trabajar en la viña de su padre (Mt.21,28-32), pero sólo uno de ellos cumplió su voluntad, el que después de recapacitar, habiendo negado esa invitación, fue a servir a la viña de su padre.

¿Cuántas de las veces se nos ha hablado de Dios para cambiar de conducta, a través de retiros espirituales, charlas, cursos, talleres, diálogos personales,  videos,  audios…hasta en las redes sociales, y cuántas de esas veces hemos cambiado ese mal proceder?

Jesús manifiesta esa preocupación: “En efecto, Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él…Pero ustedes ni siquiera al ver este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él”.

El apóstol San Pablo nos ayuda para aceptar el reto del Señor de caminar bien: “Tengan ustedes los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús” (Filp.2,5).

Ayúdanos, Señor Jesús, a caminar según tu querer, según tu voluntad, queremos repetir lo que tú le dijiste a tu Padre en Getsemaní: “Que no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Amén.

Con mi bendición.

P. Julio César Villalobos Laos, C.M.

 

 

 

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