En el evangelio de este domingo se nos presenta al señor Jesús visitando la casa de unos de los principales fariseos, la razón de la visita es cumplir con asistir a la casa de este personaje que lo invito para compartir la comida, ser invitado para comer en la misma mesa era un honor que se recibía ya que de alguna manera expresaba la gran consideración que se tenía de tu persona, aparentemente el invitarlo a casa a comer se ve como un gesto amistoso de uno de los principales fariseos del lugar, además se estaría cumpliendo en la persona del Señor Jesús aquella obra de Misericordia que enseñaba que había que DAR POSADA AL PEREGRINO, y lo sería, si es que a continuación no se nos dijera que fue invitado para ser espiado.
Tal parece que al llegar a la casa del fariseo no hay quien le indique cual es el lugar que debe ocupar en relación al dueño de casa, y mientras alguien se le acerque para indicarle el lugar el señor Jesús nota algo que le llama la atención y esto es que cada quien elige su lugar sin esperar a que se les diga qué lugar debe ocupar cada uno en relación al dueño de casa.
El Señor Jesús aprovecha de esta situación para dar una enseñanza para todos los presentes, y de paso también para nosotros este domingo, y esta enseñanza tiene relación con la búsqueda de los primeros puestos, advertencia de que el arribismo no es algo que debemos practicar, que no se ocupan los primeros puestos por nuestro gusto sino según el criterio del que tiene autoridad para decidir sobre el asunto.
Para su enseñanza usa la imagen de una fiesta de bodas, que tal parece antes como ahora cada uno de los invitados tiene un lugar asignado según la distribución de aquel que tiene potestad para hacerlo. Lo triste o trágico de no observar esta conducta de permitir que se nos asigne y señale el lugar que nos corresponde ocupar en la fiesta de bodas es tener que pasar por la vergüenza de dejar el lugar que indebidamente ocupamos para dejárselo a otro a quien se le asigno ese lugar.
Una segunda enseñanza surge de boca del Señor Jesús y esta vez está dirigida a aquellos que tienen la capacidad de dar una comida. Esta enseñanza tiene que ver con aquellos que se invita a la comida, esta vez yendo contra la costumbre de invitar a aquellos de quienes esperamos recibir un favor igual, el Señor Jesús recomienda invitar a quienes no pueden devolver el favor ya que al final cuando te presentes delante de Dios te será contada esa OBRA DE CARIDAD en favor tuyo ya que fuiste capaz de DAR DE COMER AL HAMBRIENTO, obra de misericordia que nunca debemos olvidar también nosotros.