El evangelio de este domingo nos presenta al Señor Jesús llegando a la región de Cesarea de Filipo y en este trayecto al ir avanzando hacia la ciudad, el Señor Jesús les hace una pregunta a sus discípulos, que tiene por finalidad, hacerles caer en la cuenta sobre ¿quién es Él?
Por eso la pregunta inicial que les hace a los discípulos es para saber qué es lo piensa la gente sobre su persona: “¿Quién dice la gente que es el hijo del hombre?
Los discípulos que han estado atentos a los comentarios que hace la gente sobre la persona del Señor, le hacen saber lo que la gente dice de Él. Por eso es que le dicen que la gente piensa que es un profeta, aunque entre ellos no logran ponerse de acuerdo cual de los profetas sea.
Luego de escucharlos con atención, el Señor Jesús les lanza una segunda pregunta, ya más personal, y esta pregunta es: “¿Y ustedes, Quién dicen que soy yo?”
Como quien les dice a los discípulos, bueno ya hemos avanzado bastante, “ahora guarden todo, que toca prueba oral”, no vaya a ser cosa que ustedes mis discípulos, sigan pensando que soy un fantasma, como creyeron de mi cuando me vieron caminar sobre las aguas, como he anunciado evangelio (Buena Noticia) a los pobres, ustedes que me han visto hacer hablar a los mudos, andar a los cojos, sanar a los lisiados, devolver la vista a los ciegos, hacer que la gente glorifique a Dios, incluso han visto como han comido hasta saciarse unos cinco mil hombres una vez luego en otra oportunidad unos cuatro mil y eso que no contamos ni a las mujeres y los niños que también comieron.
La pregunta está hecha a los discípulos y el señor Jesús ahora espera respuesta, y es en esta espera cuando Simón Pedro adelantándose a todos da una respuesta al Señor Jesús, tal vez recordando lo que le escuchó decir a la mujer cananea, allá en territorio de Tiro y Sidón, que lo llamó Hijo de David, por eso dijo “Tú eres el Mesías (Hijo de David), el Hijo de Dios vivo (Señor).
Lo cierto es que el Señor Jesús termina felicitado a Simón Pedro por su respuesta. Respuesta, que el Señor reconoce como REVELACIÓN de su Padre del cielo y por la respuesta dada por Simón Pedro, este recibe una PROMESA “sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará”, pero no solo una promesa, sino que también recibe una TAREA “Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo”.
Termina el evangelio haciéndonos saber que el Señor le pidió, a sus discípulos, que no dijeran a nadie que Él era el Mesías.