Inicia el evangelio de este domingo hablando el Señor Jesús a la gente a quienes les dice “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo” es decir inicia el evangelio de este domingo con la frase que terminaba el evangelio del domingo pasado.
Ante esta afirmación los judíos discutían entre si porque no entendían que aquel que conocían les diera a comer su carne.
Y no solamente deben comer su carne, sino que también deben beber su sangre para poder tener vida en ellos.
Siete veces en el evangelio de este domingo aparece el Señor insistiendo en que hay que comer, “de este pan bajado del cielo”, “ si no comen la carne del Hijo del hombre”, con tanta insistencia sobre el tema se ve que es una cosa importante y por eso me planteaba la interrogante: ¿Quiénes comen, los vivos o los muertos? La respuesta creo que todos podemos darla: “los vivos son los que comen”.
Ante esta realidad entonces podemos entender mejor la insistencia del Señor Jesús al recomendar que “si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre no tienen vida en ustedes”.
Y es eso lo que sucede cada vez que celebramos la misa donde algunos se acercan al altar del Señor para ser alimentados con el Cuerpo y la sangre de Cristo y otros no se acercan por qué no tienen vida, es decir que el pecado mortal ha dado muerte en ellos la vida que Dios les ha dado el día de su bautismo.
Digo esto porque lo único que impide a un cristiano recibir la comunión en la santa misa, después de haber recibido la Eucaristía por primera vez (primera comunión) es estar en pecado mortal, en palabras del Señor Jesús “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre”. “si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre no tienen vida en ustedes.”.
A la luz de la palabra del Señor Jesús hermanos y hermanas valoremos el alimento que se nos ofrece cada vez que participamos en la celebración de la santa misa.
Permitamos que el Señor habite en nosotros y nosotros en Él ya que nos dice también a nosotros “el que come mi carne y bebe mi sangre habita en mi y yo en él…”

QUE A LA LUZ DE ESTE EVANGELIO EL SEÑOR NOS AYUDE A LLEGAR A COMPRENDER QUE PRIMERO ESTAMOS INVITADOS A SER “COMENSALES” Y ENTONCES TIENE SENTIDO EN QUE NOS CONVIRTAMOS EN “ADORADORES”

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