Queridos amigos
En relación con el Adviento, en cuya segunda semana entramos, Juan el Bautista es la figura más relevante y decisiva. Lo reconocen así los cuatro (4) evangelistas, que hacen coincidir la aparición pública de Jesús con la aparición de Juan el Bautista en el Jordán. Y lo reconoció el mismo Jesús, que le dedicó sus mayores elogios. De entre los evangelistas, quien más solemnemente hace la presentación de Juan es Lucas, quien le dedica unos versículos de oro (Lc 3, 1-6). Estos sirven al mismo tiempo para ubicar a Jesús en la historia de su tiempo y para conectar a Juan con el profeta Isaías, que llamó al Precursor “una voz en el desierto” (Porque Juan estaba en el desierto y no porque nadie le hiciera caso…).
En relación con el Adviento, Lucas nos hace ver que, para Juan, la esperada llegada del Salvador, es ya un hecho. Pero no como a la gente se le había hecho creer sino todo lo contrario. Ciertamente el Mesías que en cualquier momento va a presentarse entre la gente, es el prometido hijo de David, Rey, Sacerdote, Salvador de su pueblo… y muchas otras cosas más que ni se pudieron imaginar -(Hijo de Dios, por ejemplo). Pero no se presentará como ellos y sus rabinos -(no así los profetas)-, se lo imaginaron: espectacular, poderoso, taumaturgo, vengador de su pueblo (contra los romanos, desde luego), panacea de todos los bienes, etc.
Cordero de Dios, llamará significativamente Juan a Jesús, que le hizo saltar de gozo en el seno materno cuando María visitó a su madre (Lc 1,44). Él intuyó siempre que Jesús era el Mesías y que, por eso, su padre Zacarías quiso que se preparara lo mejor para ser un día el Profeta del Altísimo, como él le había dicho que sería (Lc 1,76). Juan tenía 30 años cuando dejó ¿la comunidad esenia? para ir a cumplir su misión: alimentar la ilusión del pueblo por su Mesías, corregir sus falsas expectativas, reclutar gente (bautismo de conversión) y ponerla a su disposición, para lo que fuere menester. Desde luego, para preparar el camino del Señor, en frase Isaías (Is 2,22).
Lo estaremos preparando si, como Juan el Bautista, 1. Nos dedicamos por entero a la causa del Señor que viene, dejando nuestras conveniencias; 2. Revisamos nuestras ideas y actitudes sobre Dios, Jesucristo y la Iglesia; 3. Somos apóstoles entre la gente ayudándoles a ponerse al servicio del Señor; y 4. Nos convertimos en camino por donde Él pase…, siendo más justos y tolerantes. Abajando los cerros de nuestra soberbia y violencia y elevando los niveles de nuestra caridad y solidaridad. Siendo hombres y mujeres de fe y esperanza, de caridad y misión.