Las lecturas de este domingo en la primera lectura y el evangelio nos hablan de un alimento que viene de Dios y que nos dan fuerza para hacer aquello que nuestras propias fuerzas no son capaces de realizar, cosas que en la segunda lectura nos pide hacer el apóstol de los gentiles, también a nosotros como a los creyentes de Éfeso.
El profeta Elías ha caminado todo el día bajo el sol asfixiante del desierto y la experiencia lo ha puesto más allá del límite que el ser humano puede soportar y de ahí que se le escucha pedir la muerte, a Dios, pero el Señor en vez de darle lo que le pide el profeta, le otorga un alimento que lo hace caminar durante cuarenta días y cuarenta noches hasta llegar a su destino, la montaña santa donde Dios habló a Moisés y él le hablara también a Dios.
El apóstol San Pablo escribiendo a los creyentes de Éfeso les pide que no pongan triste al Espíritu Santo de Dios y les hace saber cuáles son esas acciones: la amargura, la ira el enojo e insultos, en una palabra, toda obra mala. Esto mismo nos lo pide a nosotros, creyentes, hoy día. Además, nos recomienda que seamos buenos, comprensivos, que nos perdonemos mutuamente, en una palabra, seamos imitadores de Dios, nuestro Padre.
Pero bien sabemos que en la experiencia diaria de nuestras vidas hay hechos que nos ponen al límite, donde sentimos que ya no es fácil ser imitadores de nuestro Padre que siempre obra el bien, en favor de sus hijas e hijos.
Es en esos momentos donde podemos comprender mejor al Señor Jesús que también a nosotros nos dice, como a los judíos de aquel entonces, que Él es el pan de vida, el alimento que nos vuelve a dar las fuerzas más allá de nuestras propias fuerzas para hacer lo que Él nos pide y así poder llegar a la meta, imitando a Dios nuestro padre que solo hace el bien, y todos sabemos que nuestra meta es la casa paterna, y reconocemos que el camino es largo y algunas veces se vuelve pesado y penoso tanto que nos puede llevar a desear morirnos porque ya no resistimos la prueba, como lo experimentó el profeta pero el Señor está con nosotros, que cada domingo nos dice “tomen y coman…tomen y beban” y si aceptamos ese alimento y esa bebida tendremos las fuerzas para llegar a la meta y participar del banquete eterno junto a nuestro Padre Dios.
Que el Buen Dios y Padre Nuestro nos ayude a no olvidar esta verdad de fe y así esforzarnos por alimentarnos del alimento que nos da vida eterna.
NOS BENDIGA DIOS A TODOS NOSOTROS Y NOS HAGA VALORAR EL ALIMENTO QUE NOS OTORGA PARA QUE TENGAMOS VIDA EN NOSOTROS.