JESÚS ES EL PAN DE VIDA Y DE ETERNA SALVACIÓN

Cuando no tienes fuerzas, ¿qué haces? Cuando te quedas solo, ¿qué haces? Cuando todos te rechazan, ¿qué haces? Cuando tienes uno o muchos problemas, ¿qué haces? ¿Te desesperas? ¿Reclamas? ¿Te revelas? ¿No sabes qué hacer o qué decir? Qué terrible debe ser estar o sentirse solo sin que nadie te ayude, ¿verdad?

Elías, vivió su desierto, caminó sin fuerzas: “y se deseó la muerte: basta Señor. Quítame la vida, que yo no valgo más que mis padres” (1Rey.19,4-8). Esa fue su reacción. Pero nunca estuvo solo, tanto así que Dios permitió que le visitaran 2 ángeles. El objetivo era recobrar fuerzas para caminar. Eso se concretizó en tomar alimento para recuperar las fuerzas.

¿Qué “alimento” busco para cuando mi vida no tiene sentido? ¿Me doy al abandono, o toco puertas para que estas sean abiertas?

Cuando estés sin ganas, sin fuerzas, sin rumbo, recuerda el salmo 33: “Si el afligido invoca al Señor, Él lo escucha y lo salva de sus angustias. Gusten y vean qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a Él”. Dios siempre acompaña, es cercano, es fiel, cumple lo que promete, nos da luz y esperanza, escucha un ruego por más simple que este sea, nos invita a confiar. Ese el Dios en el que Tú y Yo deberíamos creer más.

Aquellos que les gusta ser un signo de maldad, cólera, o resentimiento, escuchen la voz de Pablo que dice: “No entristezcan al Espíritu Santo de Dios” (Ef.4,30-5,2). No vale la pena amargarse en la vida, ni darse al abandono, debemos abrirnos mucho más al Espíritu de Dios para que nuestra vida tenga sentido.

No creerle a Dios, ni confiar en Él para no obrar conforme a su voluntad es tristemente desolador y desesperanzador. Los judíos, no podían creer que Jesús se haya presentado como “el pan bajado del cielo”, dudaron (Jn.6,41-51). Hoy esa actitud de incredulidad y cuestionamiento a Dios mismo, es el pan de cada día en gente que se dice creyente, incluso gente que tiene un “camino recorrido en la fe”. ¿Estarás tú en ese grupo?

¿Quiero que mi vida tenga un sentido siempre nuevo y esperanzador? Escuchemos hoy a Jesús que dice: “el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida”. Jesús es el pan de vida: el pan de la esperanza, el pan de la verdad, el pan de la misericordia, el pan del consuelo permanente, el pan de la fraternidad, el pan de la solidaridad. Ese es Jesús y no debemos cambiarlo por nada ni por nadie.

En la Eucaristía está Jesús, Él es el pan que da vida eterna, no es la “galleta” como me dijo una señora al acercarse a comulgar. Un enfermo grave que visité hace tiempo, cuando me vio que saqué el Santísimo para darle la sagrada comunión, luego de darle los santos óleos, atinó en decirme: “Padre eso es lo que Yo estaba esperando”.

Animémonos juntos a valorar más y mejor el alimento que salta hasta la vida eterna que es la Eucaristía, no la maltratemos, no la manipulemos recibiéndola de cualquier manera, no nos acerquemos de cualquier manera a recibirla, respetemos cada celebración, dejemos el celular a un lado cuando vengamos a la Eucaristía (mucha gente con su actitud hace creer que es “más importante” que Jesús) y vivamos cada momento de la Eucaristía como si fuera el último y el único. Siempre será grato encontrarnos con Jesús en cada Eucaristía, nunca es pérdida de tiempo, nunca es aburrido estar con Él.

Él es tu pan de vida, el mío y el de todos. Jesús es el pan de vida y de eterna salvación.

Con mi bendición:

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