CAMINAR Y ACTUAR EN FE, TAREA DEL DISCÍPULO

Hoy en día, queridos hermanos en la fe, hay mucha gente que intenta escuchar voces que no son las del Señor y tambalea: sus vidas, sus familias, quizás la fe misma, también la misma economía; la vida se torna monótona o como un barco sin brújula, hay mucho desgano; ante la primera dificultad o enfermedad pequeña o grande, sucumbe, etc. Hoy vemos a Elías que sube a un monte para escuchar a Dios (sube a Horeb). ¿Me preocupo de estar más cerca a Dios o es que estoy alejado de Él?

Monte puede significar: lugar de cercanía de Dios (Ej. El monte donde tuvo un diálogo Dios con Moisés desde la zarza que ardía sin consumirse); es también, lugar de las grandes manifestaciones de Dios (como la transfiguración de Jesús, en el monte Tabor); y es lugar de las grandes decisiones de Dios (en Getsemaní, Jesús tomó la decisión grande de aceptar la cruz en el Calvario, y todo esto por amor a la humanidad).

“El Señor va a pasar” (1Rey.19,9ª.11-13ª) es la consigna o mensaje que recibe Elías. Este se dispone a discernir cómo Dios habla, cómo Dios pasa, cómo Dios se acerca. Ni en el huracán, ni en el viento, ni en el terremoto estaba Dios. ¿Dónde busco a Dios últimamente? ¿Realmente le busco? ¿Me dejo encontrar por Él? ¿Busco en lugares equivocados? Cuánta gente tiene mucha confusión en la fe y en la doctrina cristiana católica. Tengamos cuidado de que hay personas o grupos que se pueden vestir de bondad, de fe y de religión que quieran presentarnos a un “dios falso” (al que te quita la paz, la Iglesia, la familia, la salud, la alegría y las ganas de vivir y de servir al Señor). Dios suele presentarse en el momento menos esperado. Elías lo pudo distinguir, ver y sentir en “una brisa tenue”.

Hoy hay mucha gente sedienta de Dios, de su amor, de un mundo más justo y más fraterno, de una mejor calidad de vida (con más oportunidades para todos). Jesús busca estar a solas, busca paz, busca encontrarse con su Padre; quiere encontrarse con Él para que pueda tomar buenas decisiones, para que haga siempre la voluntad de su Padre del cielo. Luego, según el evangelio de hoy (Mt.14,22-33), vemos a Jesús que se va a la barca “sacudida por las olas, porque el viento era contrario”. ¿Sabes? Siempre Dios es fiel. No permanece indiferente. Está en la tempestad para que Él mismo sea la calma, la paz, la esperanza. La suma de muchos problemas, dificultades, enfermedades del alma y del cuerpo, puede dar como resultado: que la fe se debilite, que vengan dudas, que ya no quiera caminar para adelante, que ya no ame a Dios y menos a su Iglesia, que viva, en una palabra, desganado. ¿Acaso así te encuentras ahora?

¿Existirán enemigos de la fe? Yo creo que sí. En este evangelio podemos mirar algunos de ellos. Por ejemplo: el miedo; la duda o la falta de fe. Según este evangelio, los mismos discípulos lo experimentaron. Jesús reta a ellos a confiar, a fiarse de su Palabra: “Ánimo, soy Yo, no tengan miedo”. ¿La fe puede estar condicionada? ¿Se puede retar a Dios? Pedro fue atrevido: “Señor, si eres Tú, mándame ir hacia Ti andando sobre el agua”. Cuando nos pasa algo malo, ¿acudimos a Dios o nos olvidamos de Él? Pedro gritó: “sálvame”. Hoy, delante de Dios, ¿cuál es tu grito? Jesús siempre es un Dios cercano, es capaz de extender la mano, de tocar a sus hijos para que experimenten su amor salvador.

Que Jesús no nos llame la atención como a Pedro sobre nuestra poca fe: “Qué poca fe, ¿por qué has dudado?”. Es bueno recordarnos que Dios es capaz de calmar la tempestad más grande o “difícil” de superar (cf.Jn.15,5). Que podamos adoptar la postura de los pobres de espíritu, de aquellos que ponen su entera confianza en Dios, que todo lo puede y todo lo hace bien; que podamos adoptar la postura de proclamar a los 4 vientos quién es Jesús.

Que nada ni nadie nos robe la fe, ni la paz, ni la doctrina recibida de los Apóstoles, ni tampoco que nos confundan. No estamos obligados a obedecerles en aquello que va en contra de Dios, de la sana doctrina, en aquello que me aleja de la gracia. Recuerda que Cristo ya venció al mundo (cf.Jn.16,33).

Que le pidamos a Dios el don de creer más, de confiar más, de esperar más, de caminar por encima de las aguas del mal, de caminar en fe como la Virgen María, los santos y tantos hombres y mujeres de fe. Caminar y actuar en fe es tarea de todo discípulo.

Con mi bendición.

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