Este domingo nos presenta a la gente yendo a Cafarnaum en busca del Señor Jesús y a sus discípulos a los que no encuentran en el lugar donde había dado de comer a más de cinco mil hombres.
La gente antes seguía al Señor Jesús “por las señales que le veían hacer en favor de los enfermos”, pero ahora lo siguen “porque comieron pan hasta saciarse…”

Ante esta realidad, el Señor Jesús cuidando que no se tergiverse la razón que lleva a la gente a buscar al Señor Jesús y es por eso que les recomienda que “trabajen por un alimento que dura y da vida eterna”.
La gente que ha venido a buscar al Señor Jesús hasta esta orilla, queriendo purificar su intención por la que busca al Señor Jesús le preguntan ¿qué tenemos que hacer para trabajar en la obra de Dios?
Esta interrogante de la gente encuentra respuesta en labios del Señor Jesús cuando les dice “La obra de Dios consiste en que ustedes crean en aquel que Dios envió.”

Lo que parecía que iba por buen camino en este momento parece que se va a descarrilar cuando la gente le vuelve a preguntar al Señor Jesús “¿Qué señal haces para que veamos y creamos? ¿En qué trabajas? Tal parece que de pronto la gente empieza a sufrir de amnesia, lo digo por las interrogantes que le hacen, tal parece que olvidaron lo que el Señor Jesús ha hecho hasta ese momento en favor de la gente, no solamente haber dado de comer hasta saciarse a tanta gente sino también haber sanado a sus enfermos y haber liberado a los poseídos de espíritus inmundos.
Como para justificar el pedido de pruebas al Señor Jesús ellos recuerdan que cuando Dios libero al pueblo de la esclavitud a la que estuvo sometido en Egipto y los condujo por el desierto hacía la Tierra Prometida les dio a comer maná, (“¿qué es esto?”) al hacer ellos este recuerdo le dan ocasión para que el Señor les aclare que no fue Moisés quien les dio a comer pan del cielo sino que quien les dio de comer de ese pan fue “mi Padre”.
A estas alturas del diálogo entre la gente y el Señor Jesús la gente sabe que ya sabe que su tarea es creer en aquel que Dios envió y sabiendo que es Dios quien da el verdadero pan del cielo que da vida al mundo, aquel alimento por el que deben trabajar, el alimento que permanece para la vida eterna, la gente le pide al Señor Jesús que les dé de ese pan.
El Señor Jesús aprovecha de la ocasión para hacerle una revelación a la gente que no hacía mucho rato le había pedido un signo para creer en Él; la revelación es “yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre y el que cree en mí nunca pasará sed”.
Ahora ya puede la gente empezar a realizar “la obra de Dios” que consiste en “que ustedes crean en aquel que Dios envió”, y por hacer eso no pasaran hambre ni sed, porque quien está delante de ellos es “yo soy el pan de vida”.

QUE EL SEÑOR JESÚS, EL PAN DE VIDA, SE SIGA HACIENDO ALIMENTO PARA TODOS CADA VEZ QUE CELEBRAMOS EL MISTERIO DE NUESTRA SALVACIÓN.

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