Queridos hermanos, nos volvemos a encontrar para reflexionar la Palabra de Dios y seguir caminando de la mano del Señor y específicamente dentro de un marco, que nos permite descubrir el verdadero sentido del seguimiento de Jesucristo. Le seguimos porque ha obrado en nosotros algo bueno y de nosotros puede sacar algo mejor, siempre y cuando nosotros nos encomendemos a la a la gracia de Dios.
El evangelio de este domingo tomado de Juan nos presenta una pregunta bastante interesante: ¿qué tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?, y la respuesta parece ser sencilla y en cierta medida lo es: debemos trabajar para cumplir y manifestar en nuestras acciones la voluntad de Dios, que es lo que realmente vino a ser el mismo Hijo del hombre, cumplir la voluntad de Aquel que le envió. Esta pregunta está dentro del discurso del Pan de vida, ¿porque me buscan? Le buscan porque en algún momento determinado de sus vidas, como lo hemos ido escuchando en evangelios anteriores, solo en él han encontrado un alimento que sacia para siempre.
Muchas veces la gente desde el contexto bíblico se encamina a lugares mejores con el fin de recibir de Dios una nueva forma de vida. Para poder encontrarse verdaderamente con el Señor, no solamente es cuestión de saciar una necesidad por saciar, tenemos que buscar los medios y las formas de confiar más que un simple acto.
El alimento de vida que presenta el evangelio de Juan da la vida eterna y por ello los seguidores de Jesús van en busca del alimento que es superior al que recibieron los primeros padres en el desierto, más que llenar el cuerpo, conforta lo que ansiamos. Esto nos puede remontar al acontecimiento de la samaritana cuando Jesús está en el pozo y se le dice Señor entonces dame de esa agua para no volver a tener sed, curioso porque en este evangelio le siguen buscando al Señor por el alimento, es decir, tienen a un hambre de Dios. Así el evangelio de este domingo culmina con una sentencia, el que viene a mí, no pasará hambre y el que cree en mí nunca tendrá sed, porque estamos en esa continúa búsqueda de encontrar en el día el día, el sentido de nuestra vida.
Queridos hermanos, sin duda en este evangelio tenemos que comprender que el único alimento que puede fortalecer nuestra vida, es aquel que viene del Señor. Por eso es necesario comprender el verdadero sentido que tiene el pan de vida, no es un pan cualquiera, es un pan que de ahora en adelante será más que un alimento, es una clave, es una llave, es una puerta para poder entrar en contacto con el Señor, por eso lo buscan, porque saben que este hombre que nos habla muy bien nos conecta y nos contacta con Dios.
Caminemos en busca del Pan de vida y dejemos a un lado los alimentos que solo llenan el instante y nos siguen dejando con el hambre. Recordemos la promesa, el que como mí carne y bebe mí sangre tiene vida eterna.