LA FE CRECE, ¿TE DISTE CUENTA?

Una vez un joven de 18 años de edad, después de haberse encontrado con Jesús y de haberse dejado tocar por él, me dijo: “Padre, yo a Jesús no lo suelto nunca. Él está conmigo y nadie me lo arrebatará. Ahora hizo algo hermoso conmigo, me toca acercar a mi familia a Dios y a mis amigos y cuantos jóvenes me encuentre”.
¿Alguna vez dudaste de Dios? ¿Te peleaste con él? ¿Dejas que el pecado crezca y no la presencia de Dios en ti? ¿En qué estoy creciendo más? ¿En odio? ¿En falta de gestos de amor? ¿En falta de compromiso? ¿En críticas? ¿En pesimismo? ¿En desgano? ¿En qué?
Se me venía a la mente la oración que los apóstoles hicieron delante de Jesús, a manera de pedido. ¿Sabes cuál es?:” auméntanos la fe” (Lc.17,5).
Hay un pasaje en donde Jesús se lamenta por la falta de fe de los suyos, de los que le siguen (“y se maravillaba de su falta de fe”, Mc.6,6).
La 1ra lectura hoy (Sab.12,13.16-19) hay, como una especie de reafirmar la autoridad y la bondad de Dios sobre todos, inclusive sobre los que dudan: “tú demuestras tu fuerza a los que dudan”, “juzgas con bondad”.
Todos tenemos fe, pero no sabemos alimentarla, encaminarla, proclamarla. Nos dejamos llevar tan fácilmente por “la corriente del mundo”, y no por la fuerza del Espíritu (Gal.5,16). Ante uno o muchos problemas, como decíamos el domingo anterior, a veces podemos decaer, o podemos hasta tirar la toalla, o no queremos avanzar adelante. El final de la 1ra lectura nos debería hacer pensar a todos: “después del pecado, das lugar al arrepentimiento”.
Sólo una persona que quiere crecer, podrá darse cuenta de que Dios no lleva cuenta de nuestros pecados: “Hagamos cuentas, aunque tus pecados sean como púrpura, blanquearán como nieve; aunque sean rojos como escarlata, quedarán blancos como la lana” (Is.1,18).
Siempre, Dios viene en nuestra ayuda, aún, cuando no sabemos lo que necesitamos, pero como dice San Pablo en la 2da lectura (Rom.8,26-27): “pero el Espíritu mismo intercede por nosotros”. Quiere Dios, que sigamos creciendo en la fe, en la esperanza, en el amor.
La parábola del trigo y la cizaña, la parábola del grano de mostaza y de la levadura, son las 3 parábolas del evangelio de hoy domingo (Mt.13,24-43).
Dios actúa, aún cuando nosotros no nos demos cuenta. Pero también hay algunos que saben y no se dan cuenta. Él está en medio de nosotros, nos invita a crecer, a convertirnos, dejando de lado la cizaña. ¿Nos hemos percatado que a veces convivimos con el pecado todos los días? Al ver la TV, al prender la radio, al entrar en el ciber espacio (internet), al mirar un periódico, al conversar con algunas personas podemos darnos cuenta de que “el pecado quiere enquistarse” en nuestra vida, en la vida de los demás, incluso hasta en algunas instituciones. ¿Qué hacemos? ¿Cómo proceder? Es tan fácil hacer creer que lo malo es bueno (astucia del diablo), que a veces ni nos damos cuenta. Jesús, de repente puede descuadrar nuestros esquemas, cuando habla del trigo y la cizaña: “Déjenlos crecer juntos hasta la cosecha”. Pero luego dirá: “Arranquen primero la cizaña y el trigo almacénenlo”.
¿Qué estoy desechando a diario?: ¿Quizás la fe? ¿La Eucaristía? ¿La Iglesia misma? ¿Los Mandamientos y Sacramentos? ¿El llamado que Dios hace a algunos jóvenes para seguirle? ¿El mensaje que Dios nos está dando a diario juntamente con su Madre la Virgen María? ¿La obsesión por el tragamonedas o la prostitución o las drogas? ¿La mentira? ¿La lectura de cartas-horóscopos?
Y Jesús quiere ponerle un tamaño a nuestra fe: “el reino de los cielos se parece a un grano de mostaza”, “el reino de los cielos se parece a la levadura”.
El mal nunca triunfará, la mentira nunca triunfará, la impureza nunca triunfará, la infidelidad nunca triunfará, la falta de fe nunca triunfará, las brujerías nunca triunfarán, las calumnias nunca triunfarán. “La fe cuando crece es más alta que las hortalizas”. Y la levadura crece y fermenta cuando se le coloca tres medidas de harina, lo dice Jesús. ¿Qué ingredientes le puedo colocar a mi fe para que crezca?
Coloco en mi vida de fe: la oración, la vivencia de los sacramentos, la palabra de Dios, la visita al Santísimo, el perseverar en una comunidad de fe y de servicio, la evangelización de los pobres. ¿Y saben que resultado dará?: UNA EXPLOSIÓN DE GRACIA Y DE AMOR, UNA EXPLOSIÓN DE ALEGRÍA Y DE COMPROMISO POR SERVIR A LOS DEMÁS, UNA EXPLOSIÓN DE ESPERANZA, Y UNA EXPLOSIÓN MISIONERA CARGADA CON EL CELO POR LA SALVACIÓN DE LAS ALMAS.
La fe crece, ¿te diste cuenta?
Con mi bendición.

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