LA FE Y LA PALABRA DE DIOS TIENE TERRENOS
Una vez, en una parroquia se organizó una jornada de oración y adoración al Santísimo, y preguntaron abiertamente: “¿Cuántos de nosotros sabemos conservar un regalo? ¿Cuántos sabemos apreciarlo? Se hablaba del tema de la fe. Luego de esas preguntas hubo silencio.
¿Sabes hermano que la fe es el mejor regalo que hemos recibido de parte de Dios?, la recibimos en el bautismo. La Palabra de Dios también, es el mejor regalo que podamos haber recibido. Cuando alguien nos habló de Dios, esa semilla de la Fe y de la Palabra de Dios, ¿cayó en buen terreno? ¿Mi vida es un buen terreno donde Dios pueda cosechar frutos de Santidad? O ¿mi vida es u terreno árido sin esperanza y sin fe?
Al leer estas lecturas de hoy, me ponía a pensar en aquellas preguntas. El Salmo 64 que se lee después de la 1ra lectura (Is.55,10-11) de hoy puede ayudar a nuestra reflexión: “Tú cuidas de la tierra, la riegas”.
Mateo nos presenta, hoy en su evangelio (Mt.13,1-23), la Parábola del Sembrador, muy conocida por todos. Hay un sembrador, está la acción de sembrar, están los terrenos, también los frutos de cada uno de ellos, la aceptación y la aplicación de ese mensaje.
El salmista, decía que marca la pauta de la reflexión porque resalta que es Dios el que siembra en el terreno que somos todos, el que riega el agua de la gracia, para enriquecerla sin medida. ¿Dejamos que sea Dios el que haga vida en nuestra vida y en la vida de los demás?
El terreno puede ser nuestra propia vida, la vida de los demás, la vida diaria. Al borde del camino, es el 1er terreno: ¿escuchamos siempre la voz de Dios?, ¿vivimos siempre abiertos al paso de Dios por nuestra vida? Terreno pedregoso: ¿Dudas? ¿Miedos? ¿Falta de fe y de esperanza? ¿Al 1er problema me “hundo” o me “desinflo”? ¿Mi vida está cimentada en Dios o en aquello que no es de Dios? (San Pablo en Filp.1,21 dice: “Para mí vivir es Cristo”). Terreno entre espinos: ¿En dónde o en quién pongo mi corazón? Terreno bueno: Jesús dirá que “por sus frutos los conocerán”, “sin mí no pueden hacer nada”.
¿Se acuerdan que el domingo pasado Jesús hablaba de que los secretos del reino los oculta a los sabios y entendidos y se los revela a los sencillos? (cf.Mt.11,25-30). Ahora Jesús dice a sus discípulos y a todos los que le siguen: “A ustedes se les ha concedido conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no”.
Nuestra vida es una ruina si no estamos con Jesús, nuestra vida es una desgracia si vivimos de espaldas a su amor, nuestra vida-trabajo-economía-pastoral, etc; es un sin sentido si no estamos unidos a Jesús. San Vicente de Paúl decía: “Dios es mi Padre, mi Madre y mi Todo”.
Volvamos nuestra mirada a Dios, dejemos los terrenos malos, y seamos todos un terreno bueno para producir mucho fruto, esperando que siempre sean frutos de santidad. Que así sea.
Con mi bendición.