Queridos Hermanos:
Desde el momento en que recibimos el bautismo y fuimos incorporados a la Iglesia, nos convertimos en apóstoles; y en ese mismo instante también asumimos una responsabilidad, la responsabilidad de todo apóstol: dedicar toda nuestra vida a cumplir la misión de la Iglesia, aquella que el mismo Jesús le dio: “Ir al mundo entero a proclamar el evangelio a toda criatura” (Mc 16,15). Por tanto, todos los bautizados somos, por esencia, evangelizadores por mandato de Jesús. Esta es una misión ineludible. No es una opción, es un mandato. Y ya que todos, de una manera o de otra, cada uno según sus métodos, estilos y carismas, nos debemos dedicar a extender el evangelio, nos viene bien prestar atención a la lectura del evangelio de este domingo, ya que en él se encuentra una especie de manual para el evangelizador formulado por el mismo Jesús, el evangelizador por excelencia. Si queremos ser buenos evangelizadores (y deberíamos serlo), hay que tener en cuenta estos consejos de Jesús. Aquí les presento solo algunos.
1. No es casualidad que Jesús hay mandado a sus discípulos de misión “de dos en dos”. Este detalle nos indica que la evangelización es un evento comunitario. Nadie anuncia a Jesús solo. La que evangeliza es la Iglesia entera. La ayuda y el sostén que brinda una comunidad sirven para una evangelización más efectiva. No existen los superhéroes de la evangelización. Necesitamos de la ayuda de otros. Incluso los santos evangelizaron junto a otras personas.
2. Jesús les dice a sus discípulos que “los envía como ovejas en medio de lobos”. El misionero debe ser como una ovejita: dócil, mansa, amable para atraer a los demás, formando parte de un rebaño que es la Iglesia y siempre unida a su pastor que es Jesús. A la vez, todo evangelizador debe ser consciente de la dificultad de su labor, sobre todo en estos tiempos en los que pareciera que todo se opone a las cosas de Dios. Siempre existirá el riesgo de que el evangelio propuesto con dulzura y amabilidad, sucumba ante “los lobos” que hoy en día buscan destruir el evangelio y al evangelizador.
3. “No lleven dinero ni provisiones ni sandalias”. Para evangelizar no hacen falta muchos recursos. En realidad, el único recurso que hace falta para evangelizar es el mismo evangelio. Jesús es el objeto de la misión. Por eso, solo basta un testimonio coherente y creíble para hacer que otras personas se adhieran a Jesús.
4. Cuando Jesús dice eso de “no detenerse ni para saludar”, se trata de un consejo que tiene que ver con el hecho de no perder el tiempo al momento de evangelizar, no distraerse, ya que mientras más personas acepten el evangelio, más garantía de salvación para ellas. Y se busca salvar a todos los que se pueda.
5. Por último, la primera evidencia de que el evangelio ha sido aceptado por una persona o una familia es la sensación de paz que aparece. La paz es la aceptación de Jesús en la vida. La paz no consiste solo de ausencia de conflictos, sino de otorgar a las personas una plenitud de vida, donde todo lo que se oponga a la felicidad que Dios quiere dar, sea superado o eliminado. Es por eso que Jesús les pide a sus discípulos que al entrar en una casa “sanen a los enfermos y anuncien que el reino de Dios está cerca” (Lc 10,9).
Estas son solo algunas indicaciones que encontramos en el manual del evangelizador. Hay otras en los pocos versículos del evangelio de este domingo, y muchas más a lo largo de todo el evangelio.
Les invito a buscarlas y a ponerlas en práctica. No olviden que mientras “la cosecha sea abundante y los obreros pocos” tenemos trabajo que hacer.