Queridos amigos, reciban mi cordial saludo en este Domingo día del Señor, empezando la segunda mitad del año, llegamos al mes de julio, mes de la Patria, el séptimo mes del año, oportunidad para dirigir nuestra actividad para acabar bien este año.
Los tengo en mi oración y afecto.

Este domingo es también la ocasión para colaborar económicamente en la “Jornada mundial por la caridad del Papa”, en ocasión del llamado “óbolo de San Pedro”. Es una magnífica oportunidad de colaborar en la ayuda de Caridad que el Papa distribuye oportunamente para diversos servicios pastorales, servicios sociales en la Iglesia. Este año el lema es: “Vivir y sentir la caridad”.
Las lecturas de este Domingo, nos dan la oportunidad de reconocer el amor de Dios, que bendice nuestra correspondiente generosidad, y nos motiva a dar un sentido definitivo a nuestra vida a través de la gracia del bautismo, y a amarlo con todo nuestro corazón.

La primera lectura del segundo libro de los Reyes, (IIR,4,8-16), Dios bendice la generosidad de una mujer Sunamita, que reconoce al profeta Eliseo como “un hombre de Dios”, y le da hospedaje y comida. Ella y su marido no han tenido hijos, y el profeta Eliseo anuncia la fecundidad para el nacimiento del hijo deseado. El amor providente de Dios da fecundidad donde habiendo esterilidad hay generosidad del corazón.

El salmo 88 canta la grandeza de la intervención de Dios: “cantaré eternamente las misericordias de Dios”.

El apóstol Pablo en la carta a los romanos (Rm.6,3-11), nos recuerda el grande amor de Dios por la muerte y resurrección de Cristo somos herederos de una “vida nueva”, Cristo es el centro y fin de la vida del creyente en él: “si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él… su Vivir es un vivir para Dios”. Nuestra vida alcanza su pleno sentido en la Vida que nos da Cristo.

El evangelio de Mateo (Mt.10,37-42) es la conclusión de ese capítulo que Jesús ha dado sus instrucciones a sus discípulos antes de enviarlos a la misión. Y Jesús les recuerda la grandeza de la bendición de Dios por corresponder a su amor, y la bendición que de Dios llega a través de dar testimonio por su predicación. Este evangelio se ilumina en su comprensión y exigencia con el mandamiento ya dado desde antiguo y que Jesús mismo lo recuerda: “Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con todo tu ser y con todas tus fuerzas” (Dt.6,5; Mt.22,37; MC 12,30).
El amor a Cristo, es lo que da sentido al amor. Cristo es la luz que ilumina la vida de amor del discípulo.
El amor a Cristo no es marcado por conveniencias, ( veces si, a veces no), el amor a Cristo es hasta dar la vida por Él, por eso, por la fe en él tenemos la Vida eterna.
El discípulos por ser enviado por Cristo, se hace portador de la bendición de Cristo mismo para los que reciben y acogen el mensaje de la salvación ofrecida por Cristo.
El amor a Dios, el amor a Cristo, es la más grande bendición!!!.
Que el Señor nos acreciente en la fe , en su amor.
Los tendré presente en la misa que celebraré hoy desde Chaclacayo donde me encuentro.
Invoquemos el auxilio de la Madre de Dios.
Oh María sin pecado concebida, Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.
Dios los bendiga.
P. Rubén Pedro Borda, cm.

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