Queridos amigos, reciban mi cordial saludo en este Domingo 11 del tiempo ordinario. Es Domingo el día del Señor, en quien ponemos nuestra confianza, porque es nuestro “Padre”.
Hoy también celebramos el “día del Padre”. Un bella oportunidad para elevar nuestras oraciones por todo lo que representan y significa la presencia del “papá” en la familia. Desde ya elevemos nuestra oración, por los Papás, vivos o difuntos.
Las lecturas de la Palabra de Dios en este domingo nos hablan de la presencia de Dios, que forma a su “pueblo elegido” desde el poder de la “Palabra”. Cristo es el que nos trae el Reino de Dios, y nos da “sus semillas” (Palabra) para producir frutos que hagan visible el Reino de Dios.
La primera lectura del profeta Ezequiel (Ez.17,22-24), a través de la comparación con un árbol, nos transmite esperanza, porque Dios es fiel.
El profeta Ezequiel en el destierro del pueblo elegido (a Babilonia), anuncia la intervención inminente de Dios. De una ramita, plantada en la montaña alta de Israel, será un nuevo árbol que da frutos y será frondoso y hasta las aves encontrarán espacio para sus nidos.
El Señor, “humilla a los árboles altos, y eleva a los árboles humildes”(seca y hace florecer).
Por eso el salmo 91, aclama el “justo crecerá como una palmera, se alzará como un cedro del Líbano; plantado en la casa del Señor, crecerá en los atrios de nuestro Dios. En la vejez seguirá dando fruto y estará lozano y frondoso. ”
La segunda lectura del apóstol San Pablo a los Corintios (2Co.5,6-10), es una hermosa invitación a la confianza en Dios, a hacer de nuestra vida terrena una preparación para el encuentro definitivo con Dios.
Se camina en el presente con la confianza en Dios(1), y nos esforzamos para hacer de nuestra vida, una vida según los mandamientos de Dios (2), porque nos aguarda el gozo de entregar nuestra vida a Dios en la plenitud de nuestra existencia al momento del morir terreno(3). Vivimos al presente aguardando el futuro de estar con Dios eternamente.
El evangelio de Marcos (Mc.4,26-34), nos habla de las parábolas del Reino de Dios que ha llegado a nosotros. Y, hace referencia al ejemplo de la semilla, que se “esparce”, y la semilla que “crece y da fruto”.
La semilla se esparce, y llega a todos. La Palabra de Dios es para todos. Y la semilla puesta en tierra hace su propio desarrollo. La tierra es la que permite su desarrollo. Y habrá un tiempo de cosecha, de recoger, de dar cuenta del lugar que dimos a la Palabra de Dios en nuestra vida.
En la parábola de la semilla de la mostaza, que es pequeña, pero que después crece y se hace grande y alta, donde todos pueden encontrar espacio. Es ejemplo de la bendición de Dios para todos los que se acogen a él.
Dios es el que esparce su “semilla”, y Dios es el que espera que la semilla de fruto.
Es aquello que también leemos en el evangelio de Juan ” Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia” (Jn.10,10).
La responsabilidad en responder a la Palabra de Dios, es lo que definirá nuestra relación con Dios.
Oremos por todos los “papás”, para que al ejemplo de San José, “Padre custodio”, de Jesucristo, imiten su amor de Padre custodio de sus familias y, asuman el desafío de custodiar el presente y el futuro de la humanidad. Los papás, son forjadores del “mañana” de la humanidad.
Los tengo presentes en mi oración y cariño y de un modo singular, a todos los papás. Oremos por nuestros papás que hayan fallecido. Oremos también por aquellos que no siendo padres biológicos, asumen la misión de la paternidad.
Oh María, sin pecado concebida. Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.
San José, Padre custodio. Ruega por nosotros.
Va mi cariño y abrazo fraterno.

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