El evangelio de este domingo nos presenta al Señor Jesús frente a un hombre que se encuentra enfermo de lepra. Lo que acontece en este pasaje que nos narra el evangelista San Marcos se puede decir que es el mundo al revés y me explico porque.

En primer lugar el hombre leproso hace lo que no le está permitido desde que fue declarado impuro, acercarse a cualesquier persona sana, ni siquiera le estaba permitido transitar por los caminos que usaba comúnmente la gente sana, en razón de cuidar su salud y no ser contagiados por el leproso.

El hombre enfermo de lepra se ha atrevido a acercarse al Señor Jesús, ante quien se pone de rodillas para decirle “si quieres, puedes limpiarme”, Lo que demuestra la gran confianza que tiene este hombre enfermo en la persona del Señor Jesús, confianza posiblemente nacida al escuchar hablar a la gente que dice que hay uno que enseña con autoridad y hasta los espíritus inmundos le obedecen. Ahí está ahora delante del Señor suplicando.

En segundo lugar el Señor Jesús hace lo que no debía hacer ninguna persona sana, tocar a un leproso, una persona impura, ya que al hacerlo quedaba el mismo impuro y por lo tanto ya no puede entrar en los pueblos sino que debe asumir lo que mandaba la ley para los que eran declarados leprosos, vivir fuera de la comunidad y en descampado, como lo atestigua la primera lectura tomada del libro del Levítico “…mientras dure la afección seguirá impuro. Vivirá aislado y tendrá su morada fuera del campamento.”

En tercer lugar el hombre limpiado de la lepra no hace lo que el Señor le pide “…no se lo digas a nadie…” por el contrario comenzó a divulgar lo ocurrido, me imagino que iría por ahí contando a la gente “yo estaba enfermo de lepra y como había escuchado que había uno que estaba curando me acerque a Él y de rodillas le dije “si quieres, puedes limpiarme”, y ÉL ME TOCÓ y yo quede inmediatamente limpio.”

En cuarto lugar el Señor Jesús por haber tocado al hombre enfermo de Lepra había quedado Él también impuro de lepra razón por la cual ahora ya no puede entrar abiertamente en ninguna ciudad, por eso se queda fuera, en lugares despoblados.

El Señor Jesús al actuar de esta manera está denunciando una ley injusta ya que según la legislación del Levítico esta ley buscaba proteger a la comunidad pero dejaba desamparado al enfermo al marginarlo de la vida de la comunidad. Y cuando una ley es injusta tenemos derecho a desobedecerla, pues nadie puede obligar a nadie a hacer el mal, ni nadie está obligado a hacer el mal. Si es obligación de todos, por el dictado de una recta conciencia, el hacer siempre el bien.

Con su actuar el Señor Jesús denunció la ley en cuanto se olvidaba de la persona del enfermo, que antes que nada tiene radicada su dignidad en ser imagen y semejanza de Dios y por esa dignidad debe ser respetada y protegida. Y lo mejor aún enseño a la gente que se debía obrar en contra de ella y por eso termina el relato con “…y aun así seguían acudiendo a Él de todas partes”.

¿Cuál es la enseñanza para nosotros a la luz del evangelio de este domingo?

En primer lugar me atrevería a decir que por sobre todo debemos siempre cuidar y respetar  a la persona, la vida humana, aun cuando nuestros actos al hacerlo nos pongan en riesgo a nosotros mismos. Si lo hizo el Señor Jesús entonces debemos hacerlo nosotros mismos.

En segundo lugar aprender del hombre leproso a acercarnos al Señor Jesús con confianza, una confianza que nace de haber escuchado hablar de Él, para pedirle aquello de lo que necesitamos ser limpiados. Si lo hizo el leproso también nosotros podemos.

Que el Señor nos conceda estas gracias.

 

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