EL TEMPLO ES CASA DE DIOS Y SE RESPETA
Hoy en la dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán, “madre de todas las Iglesias católicas del mundo entero”, “la catedral de Roma”, nos tiene hacer reflexionar sobre el valor de lo sagrado, sobre el templo mismo (la estructura como tal) y el templo mismo que somos todos nosotros.
Seguimos asistiendo a un mundo relativista y también “mundanizado”, por no decir “paganizado”. Se pierde todo el sentido de lo sagrado, de lo divino. Ya la malo aparece como bueno y todo el mundo aceptando eso, hasta “gente de Iglesia”.
En muchos lugares los templos, que son y deberían ser “sagrados” y lugares de “encuentro con Dios”, son dedicados al paganismo, al desorden, etc. Unos templos se prestan para ser “lugares de teatro religioso”, otros lugares para poder tomar los alimentos, otros se prestan para “hacer vida social” y para estar esclavizados al celular o redes sociales como si fuera más importante que Jesucristo, o que incluso como si fuera más importante que una Eucaristía. En otros casos, aunque parezca fuerte decirlo, aparecen algunos templos como “pasarelas de moda” y “como piezas de museo y restaurantes “turísticos de corte religioso”.
El pasaje del evangelio de hoy es muy conocido. Es el pasaje donde aparecen los “mercaderes del templo” que son echados por el mismo Jesús: “saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio” (Jn.2,13-22). ¿Verdaderamente tengo la delicadeza de respetar el templo como lugar sagrado? Aparece Jesús indignado por esa actitud. Cuando se sigue “la corriente del mundo”, todo lo malo se puede justificar y se justifica, incluso con relación al templo, capilla, catedral, etc. Como que se “quiere mundanizar o paganizar la fe”, cuidado porque eso clama al cielo.
No tengo por qué justificar mi mala actitud, porque estaría justificando el mal. ¿O sea que por agradar a los demás, o por tenerlos más contentos, o por traer “más almas a la parroquia” yo puedo convertir una celebración “en un show de la fe” donde todo el tiempo paran brincando? Algunos tienen un espíritu de confusión porque cuando se les corrige, enseñándoles la sana liturgia y la sana doctrina de la Iglesia dicen: “pero ¿cómo tal laico, tal coordinador, tal padrecito nos permitía eso?”.
Para toda esa gente que hace eso, no se olviden que están atentando contra lo sagrado dedicado a Dios, y también están atentando contra el templo espiritual sagrado que son los mismos fieles. San Pablo lo dirá así, a manera de sentencia: “Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él. Porque el templo de Dios ES SAGRADO y ustedes son ese templo” (1Cor.3,2.11.16-17).
Dios quiere regar con el agua de su gracia (cf.Ez.47,1-2.8-9.12) nuestros templos físicos, y también a nosotros que somos su templo espiritual.
¿Cómo es mi actitud al venir a la casa de Dios que es el templo físico? ¿Realmente lo respeto o no? ¿Cómo es mi propio templo? ¿Respeto mi propio templo que soy yo mismo? ¿Respeto el “templo” de los demás que son sus propias vidas? Recuerda hermano: el templo es la casa de Dios y se respeta. Dios debe sentirse a gusto de habitar en el templo físico y en el templo que somos todos nosotros.
Con mi bendición:



















