Jesús hablando a sus discípulos les cuenta una parábola en la que les dice que el reino de los cielos será semejante a diez doncellas que con lámpara en mano salen a esperar al esposo.
Por lo que se lee en la parábola la comparación en la enseñanza mira hacia el futuro, “se PARECERÁ el reino de los cielos…” “el reino de los cielos será semejante a…”.
Los personajes de la parábola son diez vírgenes que salen a recibir al novio, es decir el contexto de la parábola es la celebración de una boda, donde el novio debe llegar para iniciar la celebración. Por eso las vírgenes salen a recibir al novio que debe llegar, es decir deben esperar y de allí que tomaron sus lámparas por si tardaba en llegar, tal como sucedió, Se suele decir “la espera desespera” y en este caso también produce cansancio tanto así que las diez vírgenes se quedaron dormidas, hasta que de pronto alguien da la voz “¡Aquí viene el novio! ¡Salgan a recibirlo!
Es en este momento en que cinco de ellas caen en cuenta que han sido descuidadas pues se han olvidado traer el deposito con aceite, la alcuza se llama, para aumentar a la lámpara cuando se consuma el aceite que contiene y como la espera ha sido larga, el aceite se ha consumido razón por la cual piden a las otras cinco que les den de su aceite para poder prender sus lámparas, pero reciben una negativa y un consejo, que “vayan a los que venden y compren para ustedes mismas”.
Hasta aquí una reflexión “el reino de los cielos se parecerá” a algo al que todos queremos participar: La fiesta de bodas, pero no todos nos preparamos lo suficiente para participar de la fiesta, en otro relato era uno que estaba sin vestido de fiesta hoy son jóvenes que se quedaron sin aceite para sus lámparas, nos descuidamos y cuando queremos arreglarlo ya es muy tarde pues mientras vamos a conseguir lo que necesitamos para acompañar al novio nos quedamos fuera de la fiesta.
En vista que en la parábola el Señor Jesús dice que “Se parecerá” el reino de los cielos a diez vírgenes. Por un momento asumamos que ese quedarse dormidas las diez vírgenes fuera la experiencia de la muerte y la voz que las levanta es la del Señor o la trompeta que suena haciendo salir a los muertos de sus tumbas para el juicio final, la llegada del novio el momento en que seremos juzgados y tiempo en que presentamos nuestras lámparas encendidas con el aceite de nuestras buenas obras, obras que expresan nuestro amor a Dios, al prójimo y a nosotros mismos, obras que realizamos porque aprendimos de nuestro Buen Padre dios a hacer el bien en todo momento, acaso le diremos al señor que nos espere, que vamos a ir a realizar obras buenas en favor de los hermanos para tener algo que presentar al señor como obras buenas realizadas.
Ya vemos que no debemos descuidar nuestra vida cristiana y no contentarnos con hacer el bien en un momento y después dejar de hacerlo, siempre debemos hacer el bien si deseamos participar del reino de los cielos, de la fiesta de bodas, porque no hacerlo puede sucedernos lo que a las cinco jóvenes descuidadas que se quedaron fuera de la fiesta y aunque tocaron la puerta ya no lograron entrar, fueron desconocidas.
Termina el relato hablando el Señor Jesús y advirtiendo que “estén atentos, porque no conocen ni el día ni la hora.
Ya en otro momento advertía el Señor sobre la conveniencia de estar siempre preparado “si el dueño de casa sabe a qué hora viene el ladrón se quedaría despierto y no dejaría abrir un boquete en su casa” o “Dichoso el sirviente a quien su señor, al llegar, lo encuentra trabajando así”
PIDAMOS HERMANOS Y HERMANAS AL SEÑOR PARA VIVIR SENSATAMENTE Y ESTAR SIEMPRE PREPARADOS PARA CUANDO TENGAMOS QUE DAR CUENTA DE NUESTRA EXISTENCIA.