El evangelio de este domingo nos hace saber que los fariseos desean cazar al Señor Jesús en alguna falta en relación a la Ley que ayude a desautorizarlo, la ocasión la encuentran cuando se enteran que ha hecho callar a los saduceos, esos que no creen en la resurrección de los muertos.
Se acercan los fariseos en grupo al señor Jesús y uno del grupo le hace una pregunta, una pregunta pueril, porque los judíos a partir de cierta edad eran educados en la ley y por lo tanto todos sabían y conocían los mandamientos y cuál era el principal y primero. La pregunta es “Maestro, ¿Cuál es el mandamiento principal de la Ley?”
El Señor Jesús le da la respuesta al maestro de la ley “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser” y aprovecha para unir a esta una segunda respuesta que une a la primera “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Y al unir las dos respuestas, termina haciendo de estas dos respuestas una sola sobre la que se “sostienen la Ley entera y los profetas.”, que es una manera de referirse a la sagrada escritura en aquel entonces, como decir ahora nosotros la Biblia.
A propósito de este pasaje del evangelio y al tiempo que nos está tocando vivir, nos viene bien para recordar esta enseñanza del Señor Jesús en relación a nuestra vida cristiana, debemos tener presente este nuevo mandamiento ampliado, el amor a Dios y al prójimo. Por alguna razón, y creo que es por el primer mandamiento que aprendemos desde niños “Amar a Dios sobre todas las cosas” que no terminamos de unirlo al segundo “que es semejante al primero” y por eso en este tiempo de pandemia nuestra preocupación por nuestra relación con Dios se ha ido haciendo más sensible, y de allí nuestra preocupación de participar de manera presencial de la santa misa. Pero también ha dejado al descubierto en muchos el olvido del segundo mandamiento que es semejante al primero, y por eso la indiferencia frente al prójimo que estaba en necesidad, aunque para ser justos debo reconocer que en otros despertó la urgencia de ir al encuentro del hermano para ayudarle en su necesidad.
“Tal parece que tanto ayer como hoy está latente la tentación de separar estos dos mandamientos y quedarnos solo con la primera parte aquella referida a Dios y olvidando la segunda parte aquella referida a los demás y a nosotros mismos.
Por ejemplo, nuestra delicadeza al estar frente al santísimo sacramento del altar, presencia real sacramental de nuestro Señor Jesucristo, pero nuestro trato con los demás deja mucho que desear, olvidando que en el prójimo también hay presencia real y sacramental de Nuestro Señor Jesucristo ya que Él mismo dijo “lo que a ellos le hicieron a mí me lo hicieron”. Que a la luz del evangelio de este domingo cada uno de nosotros volvamos a unir los dos mandamientos en la vivencia de nuestra vida cristiana.
Demos gracias al Señor que también a nosotros nos viene a recordar que para vivir según la voluntad de Dios debemos amar a Dios y también al prójimo como a nosotros mismos, con un amor que nos ayude a buscar nuestra salvación y la salvación de nuestros hermanos.
QUE ACTUALES SE HACEN HOY LAS PALABRAS DE SAN VICENTE DE PAÚL “NO ME BASTA AMAR A DIOS SI MI HERMANO NO LO AMA” Y SE PODRÍA PARAFRASEAR “NO ME BASTA AMAR A DIOS SI NO AMO A MI PROJIMO”.
HOY CUARTO DOMINGO DE OCTUBRE LA IGLESIA NOS INVITA A ORAR Y PROMOVER EN NUESTRAS COMUNIDADES ECLESIALES LAS VOCACIONES MISIONERAS EN LA IGLESIA PARA QUE NUNCA FALTEN OBREROS A LOS QUE EL DUEÑO DE LA MIES ENVIE A HACER LA COSECHA.
QUE EL SEÑOR DE LOS MILAGROS SIGA DERRAMANDO BENDICIONES ABUNDANTES SOBRE TODOS.