¡Jesús ha resucitado…! Es el notición que desde hace más de 2000 años venimos celebrando por ser el acontecimiento más grande la historia. Es por eso que le felicitamos y nos felicitamos, tambiéen porque su resurreción garantiza la nuestra. Y porque llena de novedad (vida nueva) la creación y la Iglesia. Todo renace, gira y culmina en el misterio de la Pascua del Señor: en su paso de la muerte a la vida, en su Resurrección. Y ¡ALELUYA!, palabra que en hebreo significa ¡Alaben a Yavé!, es desde entonces el grito que mejor ha expresado y sigue expresando nuestros sentimientos: ¡Gloria¡ ¡Viva!, ¡Hurra!,
El notición de la Resurrección de Jesús lo dieron María Magdalen y María (¿de Cleofás?. Habían ido muy temprano al sepulcro y al verlo vacío corrieron a dar la noticia a los apóstoles. Fue cuando el mismo Jesús les salió al encuentro y animándolas a no temer y a estar alegres, les pidió que fueran a avisar a los apóstoles que le verían en Galilea. Todo esto se encuentra en el evangelio que se leyó en la Vigilia Pascual (Mt 28, 1-10), lo que unido a lo que se relata en el evangelio de hoy (Jn 20, l-9), nos dan tres de los elementos que más importan en el hecho de la Resurrección: 1. La conmoción que se produjo; 2. El sepulcro vacío y las apariciones de Jesús; y 3. La conversión del apóstol Juan.
1. La conmoción que aquel 14 de abril del año 30 se produjo y vivió en Jerusalén fue indescriptible, especialmente entre los discípulos del Señor. Corren las mujeres y corren los discípulos (Jn 20,3-6), pero lo que más corre, veloz y sorpresiva, en voz baja, primero, y a gritos depúes, es la noticia de que Jesús ha resucitado, que el sepulcro está vacío y que el Maestro se ha aparecido a muchos, incluido Pedro. ¿Se habría originado tal conmoción si Jesús no hubiera resucitado de verdad? 2. El sepulcro vacío y las apariciones de Jesús son los hechos principales con los que se prueba que Jesús resucitó. El sepulcro vacío, con el sudario (¿la sábana de Turín?) bien enrollada, como observa Juan (20,7), es señal de que no hubo prisas ni apuros al dejar el sepulcro. Está luego la confesión implícita de los soldados ante lo sucedido (Mt 28,4)
Las apariciones de Jesús a tantas personas y de tan diferentes formas (1 Cor 15, 4-8), son la prueba mayor de la Resurrección de Jesús. Las apariciones y los cambios que estas producen, especialmente en los apóstoles, que, como Pablo, morirán dando su vida por Jesús. Quienes mejor manifiestan estos cambios son Tomás (Jn 21, 24-29) y Juan (Jn 20, 8-9). 3. Juan, el apóstol aparentemente más firme de Jesús, es quien, con su conversión, expresa mejor el cambio de vida de cuantos vieron a Jesús resucitado. En adelante vivirán sólo para el Señor, dando testimonio de que sigue vivo. ¿Es lo que hacemos nosotros?