Nos presenta el evangelio de este domingo al señor Jesús caminando y seguido por un gran gentío. Hay muchas motivaciones para seguir a alguien pero el Señor Jesús tiene interés en una clase de seguimiento, el reclama para sí un seguimiento que nazca del amor por Él, de ahí que parafraseando al primer mandamiento que aprendían los judíos siendo pequeños y que tenía que ver con su relación con Dios “…Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu ser…” solamente que Él lo aplica contraponiéndolo con el amor a la familia y a la ´propia vida no porque tenga menos valor sino para poner cada cosa en su lugar y lo primero que hay que hacer es amar a Dios sobre todas las cosas pero ese amor no queda aislado de los otros amores sino que los otros amores se complementan con el primero de ahí que en la respuesta que un día da el Señor menciona que “el primer mandamiento es amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas, con todo el ser, ese es el primero y principal pero junto a ese esta esté otro amar al prójimo como a uno mismo, sobre estos se sostiene toda la ley y los profetas…” por eso cierra esta primera enseñanza hecha al gentío que le sigue diciéndoles que esa es la condición para ser discípulos suyo. Es entonces un discipulado que tiene a la base el amor a Él en primer lugar y sin nadie más que le compita ese amor.
La frase que sigue en lo que les dice el Señor se entiende entonces ya de otra manera a la que posiblemente le hemos estado dando y es que el cargar la cruz siempre lo hemos meditado como esfuerzo sacrificio suplicio y es verdad representa todo eso pero todo eso queda encerrado en algo mayor y beneficioso para todos, la frase “El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo…” tendría más bien el sentido que tiene para nosotros los creyente la cruz con el crucificado y es que el crucificado y la cruz es el testimonio de amor por nosotros que el señor Jesús nos da y esto será fácil de aceptar si recordamos aquella frase del Señor “no hay amor más grande que dar la vida por los amigos…” y será por eso que el crucificado y la cruz siguen siendo necedad para unos y escandalo para otros pero para los creyentes “…fuerza y sabiduría de Dios”. de tal manera que el tomar la cruz y seguir al Señor tiene que ver con nuestra decisión de amar no solamente al señor sino que también este amor tiene que ser expresado a favor de los demás sin distinción como no distingue ni excluye el amor de Dios en favor de todos y al hacerlo nos estaremos amando a nosotros mismos porque haremos lo que hemos aprendido de nuestro Padre Dios que ama a todos y nosotros también.
Ahora que ya está dada la condición para ser discípulo del Señor Jesús y no solamente ser parte del gentío que lo sigue queda pendiente reconocer si contamos con lo necesario para acabar la obra del discipulado hasta el final; si contamos con lo necesario para mantener la paz en todo el proceso del discipulado. Hay que medir las fuerzas para ver si nos alcanza para realizar la tarea. Y no estoy pensando en las fortalezas y debilidades que reconocemos cada uno en nosotros, que es importante, sino que se trata de valorarnos sinceramente delante del señor, se trata de hacer una purificación de motivación por el cual deseamos hacernos discípulos del Señor, si seremos capaces de amar a Dios y al prójimo para siempre, porque solamente así seremos sus discípulos para siempre manteniéndonos en el amor por los demás y de Dios en primer lugar.