SER RICO A LOS OJOS DE DIOS
El libro de la sabiduría hace una remembranza del pasado glorioso de Israel, aquel donde el poder de Dios se desplegó a su favor, liberándolos de la esclavitud de Egipto. Por tanto, la acción providencial de Dios se tradujo en salvación para Israel y castigo para Egipto, y desde ese momento la alianza se consolidó con un pueblo solidario con sus hermanos tanto en los buenos momentos como en los malos. El sabio sabe considerar el pasado con gratitud y mira su futuro con optimismo pues sabe que Dios no se olvidará jamás de su alianza. El autor de la carta a los hebreos desarrolla en la segunda parte de su reflexión un discernimiento acerca de la fe, pero lo vincula mucho a la virtud de la esperanza. Hace un recorrido de la historia salvífica resaltando los personajes que destacan por su confianza en Dios. Esta lectura da un salto hasta la historia patriarcal donde se va subrayar sobre todo la figura de Abraham y de Sara. La bendición de Dios se manifiesta en la venida del hijo de la promesa de una situación casi imposible de darse, pues Abraham era anciano y Sara estéril. Su esperanza les llevó a confiar que la promesa de tener una gran descendencia podría ser realidad y esta llegó en germen con el nacimiento de Isaac. Y esto es lo meritorio, Abraham no vio a su gran multitud de descendientes, solo al hijo de la promesa, pero eso le bastó. Pero el momento de la confrontación llegaría con el episodio del sacrificio de Isaac, donde el autor de este escrito toma en consideración lo que significó realmente la actitud de Abraham, quien supo esperar al hijo de la promesa, más le llegó el momento en que tenía que tomar una decisión: si optar por Dios u optar por su hijo. Ahora bien, el autor en su relectura de este ciclo, es capaz de releer desde su fe en Cristo que la esperanza de Abraham lo llevó a confiar no solo en el rescate de Dios en relación de su hijo, sino que lo aventura a justificar la acción reivindicadora de Dios en favor de Jesús que vence a la muerte con su resurrección.
Un largo discurso de Jesús en estos capítulos del evangelio según san Lucas parece describir la confianza que debe tener el cristiano en el Dios providente. Una nueva advertencia sobre el justo valor de los bienes materiales se subraya con la verdadera riqueza a la que el creyente esta llamado a cuidar. La fidelidad a toda prueba se demuestra con la responsabilidad de saber que hay que estar siempre en vela, y eso ayuda a no dejarse sorprender cuando venga en su momento el Señor. La exigencia se hace mayor para aquellos que son sus seguidores directos, a los cuales se le aumenta la responsabilidad de la misión. Y esto implica una gran dedicación, porque se le confió mucho y por tanto, se le debe exigir mucho más. Esta es la esperanza que mueve a todo cristiano, que la misericordia del Señor viene sobre nosotros, sobre los que el Señor se escogió como heredad.
