EL REINO DE DIOS ESTÁ CERCA

En la primera lectura escucharemos un cántico profético que expresa la alegría del retorno del exilio y la esperanza de reconstruir la Jerusalén que había sido destruida por Babilonia. Se anuncia el fin del luto y la nueva era de la consolación, lo que evidencia un esfuerzo por restaurar no solo lo material sino el ánimo decaído ante lo acontecido. Este tipo de cánticos generó en el pueblo una relectura de su historia, y supo incitar en los judíos el largo camino de una reconstrucción espiritual, aprendiendo a reconocer su pecado y confiando una vez más en el Dios de los padres.

Continuamos en la segunda lectura escuchando a Pablo que propone su tesis: la fe en Cristo Jesús. Pero, si hay algo en lo que Pablo está convencido y que fue determinante para comprender el proyecto salvador de Dios es el sacrificio de Jesús en la cruz. Ya no solo es la experiencia que pasó Jesús sino la que debe experimentar todo aquel que quiere ser su discípulo. La nueva identidad del cristiano no se forja desde la circuncisión sino desde el morir para vivir, una nueva criatura. Pablo sabe que los gentiles no requieren de la Ley para salvarse, y ve preciso que sus hermanos judíos lo comprendan. Pero, por los testimonios que recogemos en sus cartas, no vieron con buenos ojos su propuesta causándole muchos problemas. Pablo les hace ver desde su propio sacrificio misionero, que no puede volverse atrás, las marcas del apostolado de Pablo hablan muy bien de su convencimiento y su pertenencia cual esclavo a Jesucristo.

El tercer evangelio quiere anteponer ya la actitud misionera de los discípulos en el propio contexto del ministerio público de Jesús. Siendo fiel a su propuesta de universalidad, este envío se hace extensivo a un numeroso grupo de seguidores: setenta y dos (número clásico que representan la apertura al paganismo) Un largo discurso advierte numerosas cosas que tendrá que experimentar el misionero. No hay que desmayar pensando que pueden ser pocos, Dios no descuidará su campo de mieses en el tiempo de la cosecha. Es inevitable la oposición al mensaje, pero a su vez, se confía en que aquellos que acojan la Buena Noticia ofrecerán su hospitalidad al misionero para atenderlo. El Reino de Dios debe ser anunciado, así haya resistencia y rechazo. El retorno de los setenta y dos confirma que ha llegado el tiempo de la salvación y el poder del enemigo tiene los días contados. Pero la intervención última de Jesús quiere que se aclare el sentido auténtico de la misión: no es una cuestión de poderes, es una cuestión de identidad y confianza. El Reino de Dios está cerca, el tiempo de Dios ha irrumpido en la historia, una verdadera alegría debe inundar los corazones de los hombres pues se disipa la tristeza y la maldad. Dios quiere la salvación de los hombres y no puede esto oponerse a su felicidad. Es inconcebible el rechazo a este proyecto, y esta actitud de resistencia y pesimismo no hace sino confirmar la mayor desgracia del que se pone al margen de este proyecto de amor. Comparte tu fe y anuncia lo que Dios ha hecho contigo y únete al salmista: “Fieles de Dios, vengan a escuchar, les contaré lo que ha hecho conmigo”.

Leave Comment