El evangelio de este domingo nos presenta el pasaje conocido como las BODAS DE CANÁ. Y justamente se le da este nombre porque lo primero que escuchamos en la PROCLAMACIÓN DEL EVANGELIO es “…había una boda en Caná de Galilea…”
María, “la madre de Jesús, Jesús, sus discípulos, (Andrés, Juan, Simón, Felipe, Natanael), los sirvientes, el mayordomo y el novio son los personajes que aparecen en el pasaje evangélico. Aunque hay otros que no aparecen textualmente pero que se asume presentes en la fiesta: la novia, los invitados, que se podrían calcular en unos 600 invitados, y la cantidad se puede deducir del hecho que las tinajas de agua para las purificaciones de los judíos estaban vacías, toda el agua había sido consumida, a un litro por persona para purificarse, pues ya tenemos nuestros 600 invitados.
Pero sabemos que en los pueblos no solamente asisten los invitados sino que también asiste mucha gente curiosa que quiere ver lo que sucede en la fiesta pero que terminan participando de ella. Es decir si los recién casados habían preparado las cosas: la comida y la bebida para 600 personaSs pero si al final el número de los participantes llega a 1000 es fácil deducir que el vino se haya terminado antes de tiempo.
Surge una dificultad: “faltó el vino”. Frente a una dificultad o problema se puede asumir dos actitudes:
1.- Buscar culpables. La primera actitud no ayuda a solucionar la dificultad, lo más probable es que la búsqueda genere más dificultades. En este caso concreto se terminaría criticando a los recién casados y se les recriminaría su falta de previsión. “Para que invita a tantos si no va a poder dar de comer y beber a todos…” y todos recordarían el desastre de fiesta de bodas que fue aquella de Caná de Galilea.
2.- Buscar una solución a la dificultad. La segunda actitud ayuda a solucionar la dificultad, que en todo caso es lo que se debe hacer frente a estas situaciones. En este caso solucionada la dificultad al final todos se felicitaran del buen término de la fiesta de bodas. Comentaran “que buena que estuvo la fiesta de bodas”, “te diste cuenta que al final sirvieron un vino más rico que al principio”…
La virgen María se percató que “faltó el vino” y entonces buscó a su hijo para que la dificultad se solucionara pero este no colabora en un primer momento, pero al final lo hace ya que la madre le deja encargado de la dificultad: “hagan lo que Él les diga”. Y fue así que se terminó con 600 litros de vino bueno y que provocó que el mayordomo de la fiesta dijera al novio “Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora”.
La búsqueda de solución, ayuda muchísimo más que la búsqueda de culpables.
Los recién casados podría ser una imagen de la relación entre Dios y el Pueblo de judío, ya el profeta en la primera lectura habla de esta relación entre Dios y el Pueblo como una relación de esposos “la alegría que encuentra el marido con su esposa, la encontrará tu Dios contigo”. Es una relación que si bien al inicio estuvo marcada por la alegría, representado por el vino inicial de la fiesta, tal parece que esta relación de amor y en alegría ha llegado a su término. Hay necesidad de volver a avivar esa relación del pueblo con Dios que esté marcada por la alegría, necesidad de un vino nuevo y bueno, debe ser por eso que a la predicación del Señor Jesús se le denomina EVANGELIO= BUENA NOTICIA, y hasta donde me acompaña la experiencia toda buena noticia produce alegría en el destinatario de la noticia, es Jesús el que vuelve hacer que haya alegría en la fiesta, en la relación del pueblo con Dios, porque es Jesús quien ha proveído de buen vino para todos, nadie está excluido de participar en ella que para todos hay.
De allí que el pasaje bíblico termina señalando que “en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en Él.
Que el ejemplo de la Madre del Señor y el actuar del mismo Señor Jesús nos ayude a cada uno de nosotros a actuar de la misma manera.