La Luz siempre brilla en la Tiniebla
Celebramos en toda la Iglesia Universal la Solemnidad de la Epifanía o manifestación del Señor. Y como toda fiesta Eucarística, el personaje central ES JESÚS, no el de “barba blanca y traje rojo”, el que nos alumbra con su luz en medio de las tinieblas el que se da a conocer. Como aquella noche santa de Navidad, podemos alzar la cabeza porque está con nosotros nuestra salvación, nuestra liberación, hoy podemos dejarnos transformar por el Mesías esperado y prometido por los pueblos, hoy podemos alegrarnos por este noble – gran y hermoso acontecimiento de salvación. Hoy, como en la noche santa de navidad recordamos que nace la luz, nace la esperanza, nace la vida, NACE JESÚS.
Hoy le contemplamos como lo que es: EL ENMANUEL DE NUESTRA VIDA, EL DIOS CON NOSOTROS.
Isaías en la 1ra lectura dice: “Levántate y resplandece, Jerusalén, porque ha llegado tu luz” (Is.60,1-6). Epifanía, es una fiesta para levantarnos de las tinieblas y abrazarnos a la luz. Levántate debe ser un grito esperanzador que nos hace el Señor. Si me levanto, entonces resplandeceré. Hoy el mundo en el que nos desenvolvemos miramos que hay muchos “signos de tinieblas” y no de la luz. Ejemplos los hay a montones: gente que se aprovecha de los demás, el mostrarnos un modelo de familia que no es la correcta creando mucha confusión (sobre todo en tanta gente inocente), el asesinar vidas que están por nacer (abortos), el hablar “bonito” de la fe y luego hacer otra cosa, el actuar como si no hubiera parámetros éticos, el cometer injusticias, el vivir la fe sin la Iglesia, el dejarse influenciar por la nueva era, el dejarse influenciar en la Iglesia por signos protestantes en cantos, gestos, afirmaciones, el comulgar en pecado grave como si fuera algo “normal”, etc. La “astucia” del tentador (diablo), es convencernos de que lo malo es bueno (cf.Jn.10,10). Pero escuchemos de la misma lectura una promesa de esperanza: “sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti…caminarás los pueblos a tu luz”.
¿Puedo brillar, como luz, en un mundo donde parece que todo es tinieblas?, ¿puedo brillar en un mundo donde le da constantemente la espalda a Dios?, ¿puedo brillar en un mundo donde lo malo aparece como bueno, donde al pecado ya no se le llama pecado?
San Pablo en la 2da lectura de hoy nos da la respuesta: “Han oído hablar de la distribución de la gracia de Dios, que se me ha confiado en favor de ustedes” (Ef.3,2-3.5-6). Dios da conocer su amor a todos, piensa en ti, en mí y en todos. Es capaz de salir a nuestro encuentro, de bendecirnos y de sacarnos de las tinieblas para vivir en la luz. A todos Dios nos prefiere: creyentes y no creyentes, católicos y no católicos, hombres y mujeres. Esta fiesta tiene carácter misionero: porque estamos llamados por el Señor a distribuir esa bendición de Dios a otros. ¿Soy capaz de llevar bendición a todos?, ¿soy un signo de bendición o maldición?
Esta fiesta de la Epifanía está marcada por la UNIVERSALIDAD DE LA SALVACIÓN. Jesús nos regala su Salvación y la da por Amor a la humanidad. Los magos se dejaron guiar por la luz hacia Jesús: “los magos se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto surgir, comenzó a guiarlos, hasta que se detuvo encima de donde estaba el Niño” (Mt.2,1-12). Pero los magos cayeron de rodillas para adorar a Jesús: ¿a quién doblo más mis rodillas hoy en día?, ¿en quién pongo más mi confianza?, ¿me dejo guiar por la luz del Espíritu?, ¿por quién me dejo guiar?, ¿por los prejuicios, los chismes, las calumnias?… El creyente se fía de Dios y se deja guiar por su Espíritu, gran y hermosa tarea que dura toda la vida!!!
¿Me dejo llevar siempre por Dios cada día?, ¿mi vida es conducida por su Espíritu o por el Espíritu del mundo? Los reyes le ofrecieron lo mejor de sus vidas, hoy ¿qué le puedo ofrecer a Dios?, ¿puedo, como los reyes, reconocer que Dios es mi Rey y Salvador y que no hay ninguno más? La luz debe brillar en medio de las tinieblas.
Que Dios nos conceda la gracia de caminar siempre en la luz, y de animar a otros para caminar en la luz que es Cristo Jesús. Pidámosle a la Virgen María, que nos ayude con esa tarea.
Con mi bendición.