Queridos hermanos en la proximidad de celebrar la fiesta del Nacimiento del Salvador, nos disponemos a prepararnos desde todos los ámbitos de nuestra vida.

Más de uno en estos días que nos restan para llegar al 25 de diciembre,  hemos puesto la mirada y la mente en cómo vamos a preparar nuestra mesa y la cena de Navidad, olvidándonos muchas veces de prepararnos espiritualmente para recibir al Señor. El mundo comercial invade nuestros ojos y asalta sin armas la economía de nuestras familias. Nadie duda que la alegría de celebrar la Navidad es también, la alegría de ofrecernos entre nosotros regalos- Yo les ofrezco el mejor regalo: Cristo, no tiene un precio, no se envuelve en un papel de regalo, él se regala a sí mismo como ofrenda del Padre.

El evangelio de Lucas que nos narra este domingo la Visitación de la Virgen a su prima Isabel, nos muestra el camino que emprende la primera discípula del Señor, quien se pone en marcha a servir como modelo de caridad. Dos mujeres que traen en sus vientres dos vidas, que van a marcar la historia de la humanidad. En el seno maternal aprendemos todos a relacionarnos con la intimidad de nuestra madre, de ella recibimos todo lo que necesitaremos para cuando estemos el mundo. Estas dos vidas aprenden desde el vientre a relacionarse más allá del destino que Dios tiene preparado para cada uno de ellos, sus vidas marca el punto de la revelación final de Dios.

María se pone en camino, para hacer en su persona, una persona que emplea la caridad para con su prójimo, que reconoce que Dios va actuando según su voluntad. Es el Espíritu que nos ayuda a discernir lo bueno de lo malo. Así el seno materno que nos acoge es la primera familia de comunicación, hecha de escucha y de contacto corpóreo, donde comenzamos a familiarizarnos con el mundo externo en un ambiente protegido y con el sonido tranquilizador del palpitar del corazón de la madre. Este encuentro entre dos seres a la vez tan íntimos, aunque todavía tan extraños uno de otro, es un encuentro lleno de promesas, es nuestra primera experiencia de comunicación. Y es una experiencia que nos une a todos.

En el contexto en que vivimos y en el viven muchos países, el Señor se convierte nuevamente un migrante que sale de su tierra para librarse de la opresión. Es un migrante más, que se confunde con toda la ola de migraciones que podemos ver en nuestro mundo, todos salen de sus tierras para buscar un hogar donde estar más seguros y protegidos. Lo mismo hacen María y José, salen de la tierra para darle seguridad al Mesías al salvador del mundo. Entre tantos hermanos que migran, ahí también viene el Señor a tocarnos la puerta para pedir la posada, para pedir un vaso de agua o simplemente para ser escuchados.

Que estas fiestas de Navidad nos motiven a seguir practicando la caridad con el prójimo.

FELIZ NAVIDAD

Leave Comment