Viene el Señor, es una promesa de Salvación
¿Qué pasa cuando una persona promete algo y no cumple? Viene muchos sentimientos encontramos: cuestionamiento, rechazo, desazón, decepción, desconfianza…y la lista es larga. Esa persona deja de tener autoridad, y es rechazada, algunos hasta se atreven a decir: “mejor no acercase, mejor no acudir a esa persona”. Me pregunto: ¿será el caso de Dios?, ¿Dios cuando promete algo lo cumple?
Para esto escuchemos al profeta que dice: “cumpliré la promesa que hice a los habitantes de Israel y Judá…haré brotar para David un legítimo descendiente” (Jer.33,14-16). Ya iniciamos un nuevo año en la Liturgia con el tiempo de Adviento, este es preparación para la llegada de Jesús en la Navidad. El profeta nos marca la pauta cuando recoge el sentir de Dios: cumplir su promesa. Ese cumplimiento es por la llegada del Mesías. Su llegada comporta una actitud que pocas veces podemos creer: “salvación y paz”. Hay muchas ofertas de salvación incumplidas, que generan rechazo…pero la que trae Dios se cumple en Jesús, y por eso la tarea del creyente será aceptar a Dios en su vida, para que esta tenga un nuevo y renovado sentido.
La llegada del Mesías, para San Pablo, fortalece la caridad fraterna: “Que el Señor los colme y los haga crecer en el amor mutuo y en el amor a todos los demás” (1Tes.3,12-4,1-2). La alegría es y debe ser grande: llega Jesús!!! Y eso se debe notar en mis relaciones fraternas en casa y fuera de ella, en la comunidad, parroquia, etc. La vivencia de la caridad fraterna hará posible que pueda, como dice San Pablo “agradar a Dios”. Cuando llegue el Señor, nos debe encontrar viviendo la fraternidad, fruto del amor.
Hoy cada vez más se incrementan las “ofertas apocalípticas o futuristas” que más que hacer vivir la esperanza o la misma fe, hacen “tener miedo”, y si eso va acompañado de fechas posibles del “fin del mundo”, la combinación es para esas personas perfecta. Hay que tener cuidado.
El tiempo de adviento debe significar para el creyente mirar las señales de Dios, las formas habituales de hablar de él, para aceptar lo que Jesús manifiesta: “levántense, alcen la cabeza, porque se acerca su liberación” (Lc.21,25-28.34-36). Es cierto que hoy más que ayer somos testigos de que el mundo se está quedando sin Dios, que actúan muchos como si Dios no existiera, como si hubiera mandamientos, que se quiere implantar un modelo de familia que no es el correcto, que se quiere justificar la inmoralidad en cualquier circunstancia, que las políticas abortiva se están enquistando en muchos países…que la creación se está viendo afectada, etc… pero ¿cuál debe ser nuestra lectura?, ¿no será que Dios nos pida algo a la luz de todo lo que pasa en el mundo? El evangelio de hoy es sabio: “que sus corazones no se entorpezcan…estén siempre vigilantes y oren en todo tiempo, para escapar de todo lo que ha de ocurrir y puedan mantenerse en pie”.
Adviento es tiempo para que nuestro corazón y nuestra vida misma sea conforme al querer de Dios; es tiempo para vigilar y orar. No podemos perder tiempo en aquello que no es de Dios.
Recordemos todos: viene el Señor, esta es una promesa de Salvación.
Con mi bendición