LLAMADOS A SER SERVIDORES DE LOS DEMÁS
La comunidad cristiana no solo releyó los cánticos del Siervo de Yahvé del profeta Isaías, sino que asimiló a esta profecía esta reflexión sapiencial sobre la suerte del Justo que ofrece el libro de la Sabiduría. Tan solo leer este pequeño fragmento, podemos relacionarlo con las tentaciones hechas a Jesús mientras soportaba el suplicio de la cruz.
La carta de Santiago nos ofrece estos sabios consejos de cómo vivir en paz espiritual evitando así toda rivalidad y maldad. Cuando Dios no habita en el creyente se desencadena el deseo de hacer el mal al prójimo distorsionando el orden de la creación y el sentido de la vida del ser humano llegando incluso a no saber pedir bien a Dios.
Escucharemos el segundo anuncio de la pasión en el camino de la instrucción de Jesús a sus discípulos, y una vez más no son capaces de reconocer a Jesús y su misión, pues se hallan más preocupados por saber quién era el más importante entre ellos. Jesús termina por señalar cuál es la vocación del discípulo: ser esclavo de todos. Esto les llevará a siempre acoger a cualquiera de sus hermanos con prontitud ante la necesidad que ellos atraviesen como el mismo Cristo lo hizo. San Vicente entendió que aquellos desdichados de su tiempo eran el mismo Cristo solo que el mundo no los podía identificar y él se comprometió a cuidarlos como al mismo Cristo, atendiéndoles y sirviéndoles haciendo realidad el evangelio que hemos escuchado. “Enséñanos a amar Vicente de Paúl, al pobre nuestro hermano como lo amaste Tú”.