Creer, servir y seguir al Verdadero
¿Sabes que el mundo de hoy está llenándose de ofertas “baratas” de salvación?, ¿sabes cuáles son? Ahí te va: el alcohol, las drogas, la pornografía, promocionar el aborto como si fuera algo “normal” como dicen muchos (el fin, entre otras cosas, es “sentirse libre y en paz”), el uso excesivo de las redes sociales (que muchas veces matan las relaciones fraternas y quieren “matar” el amor verdadero), la influencia de la “nueva era” en la Iglesia y fuera de ella (masonería, yoga, reiki, tai-chi, Shijatsu, constelaciones astrales (también familiares), recitaciones de mantras, brujería, satanismo (a través de monumentos y literatura que ya se está repartiendo en varias partes del mundo), y un largo etc.
El mensaje es claro y directo de parte de Josué: “Si no les agrada servir al Señor, digan aquí y ahora a quién quieren servir: a los dioses que sirvieron sus antepasados…o a los dioses de los amorreos” (Jos.24,1-2a.15-17.18b). Debe preocuparte a ti, a mí y a todos, que ya muchos están accediendo a muchas ofertas de salvación que no son las verdaderas. Todas buscan la felicidad donde no deben, la “paz interior” a costa de apartarse de la familia, del amor y sobre todo del mismo Dios!!! Josué en nombre de toda su familia hizo una buena opción: “mi familia y yo serviremos al Señor”. Es claro: quien da sentido a nuestra vida siempre será Dios y no otro!!!
Es bueno afianzar cada día de nuestra vida, nuestra relación con Dios. El amor a Dios es y debe ser el verdadero: “como Cristo amó a su Iglesia” (Ef.5,21-32) es el pedido que hace San Pablo a toda pareja que desea de verdad, consagrarse al Señor. La motivación está dada. El amor al Esposo o Esposa, y digo yo por extensión a los demás, debe ser como CRISTO AMA A SU IGLESIA.
Todo el discurso del Pan de Vida de Jesús, que recoge bellamente Juan en su evangelio (Jn.6), sacó de los esquemas religiosos a muchos que se encontraban alrededor de Jesús, porque veían que hacía milagros y no querían aceptar a Jesús como: “el pan vivo bajado del cielo”, “Yo soy el pan de vida”, que si al comer su pan y beber su sangre Él “habita en nosotros y nosotros en Él”, etc. Por eso, en la lectura de hoy domingo, Jesús es cuestionado, prácticamente rechazado: “este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?” (Jn.6,60-69). El que les dio a comer muchos panes y peces en “abundancia” deseaba entrar en su corazón incrédulo: “a pesar de esto, algunos de ustedes no creen…nadie puede venir a mí si mi Padre no se lo concede”.
Me encontré con unas personas en un hospital de la ciudad, y me disponía a administrar la unción a dos enfermos graves, y al detenerme delante de ellos antes de irme a la sala de emergencia les dije: “lo muy triste no es que alguien esté enfermo, o esté a punto de morir, o que muchos no tengan qué comer, o que haya gente que nos haya fallado, etc. No, lo triste es: estar sin Dios, caminar sin Dios, vivir sin Dios y morir sin Dios”. ¿Sabes? El evangelio nos muestra hoy que “muchos discípulos suyos (o sea de Jesús) se retiraron y ya no andaban con él”.
Hoy más que nunca, una vez más, necesitamos aferrarnos más a Jesús y no soltarlo nunca, nunca. Eso lo entendieron los 12 del evangelio de hoy ante la pregunta de Jesús si ellos también le dejarían solo, ellos contestaron: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”. El mundo cada vez “se está quedando sin Dios” y no nos terminamos de dar cuenta; eso nos “debería estremecer el cuerpo y el alma”. Muchos templos católicos y no católicos los están destruyendo en muchos lugares del mundo, quieren “acabar con Dios” los hijos de las tinieblas y no pueden. Escuchemos esta promesa de Jesús al referirse a la Iglesia: “el poder del infierno no la derrotará jamás” (cf.Mt.16,18).
Hagamos nuestra, la oración de los mismos Apóstoles: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios”.
Tú, yo y todos estamos llamados a CREER, SEGUIR Y SERVIR AL VERDADERO, al ÚNICO QUE DA SALVACIÓN: QUE ES JESÚS. Mi fundador San Vicente de Paúl tiene razón: “Dios es mi Padre, mi Madre y mi Todo”.
Con mi bendición