¡Es un fantasma!, fue la primera reacción de los apóstoles cuando Jesús se les apareció en aquella tarde del día de su Resurrección. Nos lo cuenta Lucas (24, 35-48), que nos detalla también cómo Jesús se empeñó en hacerles ver que no era ningún fantasma sino un hombre de cuerpo y hueso. La clave del empeño de Jesús por hacer ver a sus discípulos que era Él en persona, está al final del evangelio, cuando les dice: ustedes son y tendrán que ser mis testigos.
Ser testigos de la resurrección del Señor fue el principal privilegio y compromiso que tuvieron y dieron los apóstoles (He 2,32; 3,15; 5,32; 10,39). Por eso, Pedro se presenta como testigo de los padecimientos del Señor (1Pe 5,1) y es lo que los ONCE ponen como requisito, a la hora de elegir como apóstol al discípulo sustituto de Judas (He 1, 22). Es para ser su testigo que el Señor se aparece a Saulo a la entrada de Damasco y lo elige como apóstol (He 22,15; 26,16). Pablo tendrá esto siempre muy presente (2 Cor 1,12; 2 Tim 2,7) y se sentirá contento porque creen su testimonio (2 Thes 1,10). Además, será lo que pida a los suyos: “No te avergüences de dar testimonio del Señor”, le dirá a Timoteo (2 Tim 1, 8 ), y a los cristianos de Corinto: el Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio… para que se consolide en ustedes el testimonio de Cristo (1 Cor 1, 5-6)
Ser testigos de la resurrección de Cristo y dar testimonio de su resurrección, son también los dos compromisos consustanciales del cristiano, tuyo y mío. Lo son como condición y exigencia de serlo. Es decir, sólo es cristiano el que cree que Jesucristo murió y resucitó, porque lo ve con los ojos de la fe. Cree y da testimonio de ello, como lo hicieron los apóstoles. No se puede ser testigo sin al mismo tiempo dar testimonio. O dicho con palabras de Benedicto XVI, no se puede ser discípulo sin al mismo tiempo ser misionero (Discurso de Inauguración en Aparecida, nº 3).
Vea cada uno si cumple con los tres requisitos del verdadero testigo: 1. Haber visto algo o estar al tanto de algo por fuente segura. Es nuestro caso en relación con la resurrección del Señor, de la que estamos seguros por fe fundada en hechos históricos; 2. estar dispuestos a dar testimonio, cueste lo que cueste y donde sea; y 3. dar testimonio de lo que sabemos, cueste lo que cueste, hasta las últimas consecuencias. Los apóstoles y muchos de los cristianos de todos los tiempos, pagaron su testimonio con su vida. Los llamamos mártires, que en griego quiere decir testigos, porque dieron testimonio de su fe en Cristo al costo de su vida.