Queridos hermanos, el camino de este pequeño tiempo, va llegar dentro de pocos días a su final, para emprender un tiempo en el que el corazón y la vida misma entrarán en un estado de meditación, purificación y restauración. Pero, no nos olvidemos que tenemos que seguir fijando la mirada en Jesús, no podemos perder de vista nuestro horizonte inmediato, que es el Señor.
Si quieres, puedes sanarme, es una de las frases del evangelio, si quieres, como quien dice, ya me da igual, he intentado muchas cosas, he intentado con tal o cual medicina y nada, mira tú, si puedes sanarme, eres la última opción… El leproso se acerca al Señor, entre dudando y poniendo esperanza un sus palabras y en la figura del Señor. No hay nada más, solo eso. Me pregunto qué pasará por nuestras cabezas cuando tenemos una dificultad, consultamos cosas, buscamos personas, gastamos el dinero en cosas supersticiosas, colgamos amuletos, pero todo esto porque confiamos en lo que los otros dicen y debemos hacer, porque también los otros solo miran el momento como una oportunidad de sacar provecho de la debilidad ajena, pero ya sabemos que esto no debe ser.
llama la atención La condicionante del Señor: si quieres, puedes sanarme. El Señor en esas palabras solo piensa en darle lo que pide, porque sabe que él es la esperanza que el leproso no ha perdido, el leproso confía en él, y su confianza, su esperanza, su vida no está perdida. SÍ quiero, quedas limpio. Y la limpieza de ese momento implica liberarlo del peso social y liberarlo de la dolencia corpórea. La alegría de este personaje es singular, rebosa en todo sus aspecto, está completamente agradecido, y no puede quedarse callado ante el misterio de Dios, no puede callar algo que le fue dado con mucha fe, no puede callar su dignidad que ahora posee… no podrá callar ante nadie.
Creo que el Señor le hace un pedido imposible: no lo digas a nadie. Creo que como humano, le diría al Señor: ¿acaso es posible callar las cosas que obras en nosotros?, todo lo que haces por nosotros es digno de contarle a otros, para que sepan que hay un médico superior que lo puede todo. Imaginarme a este hombre sano y libre, es imaginarme una vida justa que tanta falta le hace algunos hermanos que sufren la tiranía humana y la opresión de muchas otros que no valoran la vida misma. Con justa razón, nuestra fe no puede ser enmudecida por la violencia de otros, lo que creemos es lo que mantiene viva nuestra esperanza.
Hermanos, que estos días próximos sean un tiempo para preparar la vida y el corazón para adentrarse en las arenas del desierto cuaresmal, para que en el desierto de nuestro corazón nazca una flor hermosa.