Queridos hermanos, hemos llegado al fin un camino que hemos emprendido hace semanas, hemos caminado hacia la luz, bajo la guía de cuatro velas, que solo cada uno es consciente de la autenticidad de nuestra preparación.
Hoy es el domingo en que se enciende la última vela. Una vela llena de ilusiones, que nos anuncia la esperanza, verdaderamente ha sido un tiempo fuerte, especialmente para el país. No podemos seguir callando la voz que ha venido clamando en cada corazón durante este tiempo, no es fácil mirarnos y tomar decisiones serias y complejas que requieran un cambio drástico en nuestra vida, pero ya es tiempo de mirar a otro horizonte, es tiempo de decidir y ponernos a trabajar para hacer de nuestro mundo, un mundo de bien y de paz, es tiempo de construir y de derribar lo que no nos permite progresar.
Ahora es la Virgen que como buena madre inicia su caminar, ya no sola, sino con el DIOS-CON-NOSOTROS. Ha aceptado la voluntad de Dios, aun sabiendo que la decisión que ha tomado tendrá en su vida un cambio significativo, ya es madre del Divino salvador, ya es madre de la luz que brilla en las tinieblas, ya es madre del que nos bautizará en la verdad, el que será capaz de ablandar la dureza de nuestro corazón. Eres tú María la bendita entre todas las mujeres, eres la llena de gracia, la toda hija Dios, la predilecta que se sabe humillar, porque es ejemplo de sencillez y humildad. No más que todas las mujeres, sino una más que sí sabe escuchar continuamente la voluntad de Dios. Qué modelo más preciso para tomar como lumbrera, todo queda atrás y todo lo pasado se convierte en algo nuevo.
Mirémonos hermanos, qué vamos a ofrecer al Niño que nacerá, qué vamos a llevarle ¿Un corazón duro? ¿Una vida incoherente? ¿Un corazón corrupto? ¿Una vida que mata a otra vida? ¿Una justicia que pide justicia solo cuando favorece mis intereses? ¿Qué queremos cambiar cuando nazca Jesús?. Estamos a tiempo, a minutos de ver con nuestros propios ojos, lo que otros no vieron. Miremos más allá de la corona de Adviento, más allá del sin sentido navideño, del enfriamiento del corazón. Miremos la vida como don de Dios.
Es también el domingo donde se apaga esa misma vela, para que se encienda una que jamás se apagará, una vela que quiere brillar en cada corazón. Ya quedó a tras el tiempo que no supimos aprovechar.
“Que el Dios de la vida, el Verbo Encarnado nos traiga un tiempo mejor”
FELIZ NAVIDAD PARA TODOS