Lo primero que llama la atención en la proclamación del evangelio correspondiente a este segundo domingo de adviento del ciclo “B” es la forma escueta con que el evangelista San Marcos inicia su evangelio sobre Jesucristo, que a diferencia del evangelista San Lucas que necesita de los primeros dos capítulos de su evangelio para afirmar que Jesús es el Hijo de Dios, escribiendo “Comienzo del Evangelio de Jesucristo: Hijo de Dios”.
Llama también la atención que el evangelista se haga eco del profeta Isaías al anotar “Una voz grita en el desierto: preparen el camino del Señor, allanen sus senderos.” Me pregunto qué razón tiene gritar en el desierto, donde solo encontramos piedras, arena, espinos. Se entendería mejor si dijera una voz grita en la ciudad, ya que es ahí donde vive la gente y es ella la que puede escuchar.
Aparte de estos detalles el relato nos hace saber sobre la actividad que realiza Juan en el desierto: predica sobre la necesidad de conversión y animaba a la gente a que se bautizaran para que se les perdone los pecados.
La gente desde las ciudades de Judea y Jerusalén, van al desierto, es decir, que al desierto va la gente, que quiere, buscando a Juan y allí la gente confiesa sus pecados y Juan los bautizaba en las aguas del rio Jordán. Este acto de salir de la ciudad e internarse en el desierto buscando a Juan expresa ya la voluntad de la gente que quiere dejar un estilo de vida, que reconocen que no es acorde a la voluntad de Dios, para iniciar otra donde hacer lo que Dios quiere es lo primordial.
Es Juan mismo quien distingue entre el bautismo que él realiza y el bautismo que va a realizar uno que viene detrás de él y a quien reconoce mayor que él.
El bautismo que practica Juan es un bautismo que marca la conversión, marca un antes y un después en la vida de la gente que lo recibe, será por eso que aquel día que observaba el bautismo que realizaba un pastor en las aguas del rio Huallaga, al sumergir en el agua al bautizando pronunciaba estas palabras “muerto para el mundo” y al emerger el bautizando del agua el pastor decía “vivo para Cristo” claramente por las palabras pronunciadas se nota que es un bautismo era de conversión.
El bautismo que anuncia Juan que va a realizar el que viene detrás de él es con Espíritu Santo, es decir que es un bautismo de filiación, un bautismo que nos hace hijos e hijas de Dios por adopción en Jesucristo.
Para finalizar podemos afirmar que el evangelio de este domingo es buena noticia porque nos anuncia que aquel que esperamos que venga y de quien Juan se hace testigo es uno que viene para nuestro bien, uno que viene a enseñarnos que Dios es nuestro Padre y nosotros sus hijos.
QUE TODOS HAYAN PODIDO CELEBRAR A NUESTRO BUEN PADRE DIOS EN LA FIESTA DE LA VIRGEN MARÍA, RECORDANDO SU INMACULADA CONCEPCIÓN.