XXIX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Queridos hermanos nos encontramos en los últimos domingos de este bonito Tiempo Ordinario. Este caminar nos permite a nosotros descubrir en nuestra vida a la luz del testimonio de la persona de Jesucristo un camino seguro para ser buenos cristianos. Es este domingo el domingo que nos permite ser coherentes con nosotros mismos y con Dios.
Todos los días nosotros en el caminar de nuestra vida nos topamos con muchas moneditas, muchos billetes y nos ponemos a preguntar y qué imagen tenemos aquí en este billete, en esta moneda, hoy en nuestro Perú han sacado un sinfín de colecciones de monedas para valorar el orgullo de nuestra patria. Y nos ponemos a preguntar, cuándo le hemos dado a Dios lo que es de Dios, siempre tenemos a la mano lo que es del César. Por eso el evangelio hoy nos parece jalar las orejas, no podemos servir a dos señores, serviremos mejor a uno.
Pongámonos a pensar si el César tiene impreso en los billetes el rostro, dónde tenemos impresos nosotros el rostro de Dios, dónde podemos descubrir la cara de Dios. Hermanos qué lugar está ocupando Dios en nuestras vidas, dónde le hemos puesto, a dónde le hemos relegado, no es acaso nuestro Dios.
Hoy nos toca meditar en ello, debemos aprender a separar lo humano de lo divino démosle al César lo que es de él y a Dios lo que le corresponde, y qué le corresponde a Dios, a Dios le corresponde nuestra vida. Por eso no debemos vendernos al poder, no debemos vendernos a la corrupción del dinero, debemos ofrecer cada día nuestra vida a este Dios que nos la regalo, no podemos seguir nosotros sirviendo a un señor que nos absorbe el tiempo, no, servimos a un Dios que nos regala el tiempo y que del tiempo hacemos una Acción de Gracias continuamente, porque le alabamos y le bendecimos. Démosle a Dios lo que es de Dios, de Dios es todo hermanos, a Dios le pertenece todo, ofrezcamos a Dios todo. Es un bonito día para ofrecer al Señor los sufrimientos de nuestro los hermanos, los enfermos, de los que están condenados injustamente, de aquellos que no llegaron a ver la luz de este mundo, ofrezcamos nuestras familias, la integridad del corazón, la pureza del alma para que cada día seamos mejores personas.
Queridos hermanos entonces en esta semana que nos viene, hagamos el propósito de darle el lugar que le corresponde a Dios, démosle un lugar bonito en nuestra vida, démosle nuestro corazón, no podemos estar jugando con él ya lo hemos escuchado en el evangelio, a Dios lo que le corresponde a Dios. Hermanos no nos desanimemos en el caminar de nuestra fe, al contrario esforcémonos cada día para llegar a la meta, a esa corona que nos tiene prometido, para heredar el reino prometido, para ser hijos auténticos de Dios y sobre todo para poder entrar y contemplar su rostro.
Hno Franco