QUÉ ALEGRÍA QUE JESÚS VENGA
Una vez fuimos a visitar un grupo de misioneros una comunidad de la sierra de Perú, para coordinar la misión que íbamos a empezar en ese lugar. Minutos antes de la celebración de la Santa Misa, se acerca una persona de muy avanzada edad y al ver nuestra cruz en el pecho empieza a llorar, la besa muy devotamente y nos dice a cada uno: “papá, qué bueno que Dios nos visite”, “Dios les ha traído aquí papá”, “nunca se olviden de nosotros”, “no nos dejen solos”.
Todos coincidimos que este Domingo, es el domingo de la ALEGRÍA. Es que hay una razón principal, que es a la vez una motivación, llena de esperanza: Dios viene pronto. Por eso: “Regocíjate, hija de Sión; grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén” (Sof.3,14-18ª).
Ya no podemos poner excusas, Dios es el que viene a nuestro encuentro. Él nos da la paz y nos devuelve la alegría y nos renueva en nuestro compromiso de dar a conocer su amor a otros. Ya estamos en la mitad de este camino de preparación para la llegada de Jesús en la navidad. Otra motivación de por qué ese gozo, está en la parte final de la primera lectura: “él se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta”.
Adviento es para poner en práctica la bondad de Dios en nosotros, y que nada ni nadie nos preocupe y nos ponga tristes, porque Dios está siempre con nosotros. “Estén siempre alegres en el Señor; se lo repito, estén alegres. Que todo el mundo los conozca a ustedes por su bondad” (Filp.4,4-7).
Aquel Señor de la historia real sacó a relucir su tristeza ya que se sentía solo, y trasmitía ese sentimiento de parte de sus amigos, familiares y de toda su comunidad. Pero se aferraba a la esperanza de que Dios nunca los dejaría solos, por eso es que besó la cruz; con ese gesto nos estaba diciendo a nosotros los misioneros: vale la pena esperar, para que Dios nos devuelva la alegría.
¿Tienes dificultades? Acércate a Jesús ¿Has perdido la paz? Pues mira a Jesús que viene darte la alegría que se te había perdido. Si nos aferramos más a Jesús, como dice San Pablo que Él y no otro: “custodiará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús”.
Por segunda vez sale en este tiempo de adviento un personaje muy conocido por todos: San Juan Bautista. La humildad que le caracteriza y la misión que aceptó de parte de Dios de ser el precursor del Mesías le llevó a decir: “Yo los bautizo con agua; pero viene uno que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias” (Lc.3,10-18). El bautista reconoce que Dios es el único que trae la salvación, el gozo, y el fuego de su amor: “Él bautizará con Espíritu Santo y fuego”.
Adviento será el tiempo para reconocer que Jesús es la salvación, que Jesús nos da la alegría, la paz, el amor y el fuego del Espíritu para “encender los corazones destrozados” de amor y de esperanza. Cuánta gente en el hoy de nuestra vida hay que ha perdido todo, y su vida no tiene sentido. Pienso en una señora que, porque su hijo le falló con muchas cosas fuertes que hizo, su vida para ella dejó de tener sentido y por eso deseaba suicidarse.
El evangelio termina diciendo que Juan Bautista: “exhortaba al pueblo y les anunciaba el evangelio”. Una tarea para asumir en este tiempo de adviento: animar con el gozo de un Jesús que viene, a todos, y que nuestra propia vida sea una buena noticia (un evangelio) llena de esperanza y gozo para todos.
Qué alegría que Jesús venga. Qué alegría que el Mesías venga. Qué esperanzadora noticia que Jesús venga.
Con mi bendición.