DIOS QUIERE SIEMPRE NUESTRO BIEN
¿Sabes cuál es la preocupación de Dios? ¿Te enteraste de que en el corazón de Dios hay sólo siempre bondad, ternura, misericordia, compasión, deseo de salvarte, curarte, liberarte? ¿Pero sabes que aún hoy en día hay gente que todavía duda de que Dios tenga poder para cambiar todo?
El leproso, según el libro del Levítico que se lee hoy como 1ra lectura (Lev.13,1-2.44-46), aparece como una persona impura: “Se trata de un hombre con lepra: es impuro”. Hay en esta lectura una lista larga de cómo tiene que estar un leproso, de cómo tiene que presentarse o vestirse. Pero ¿sabes realmente cuál es la intención de Dios?, ¿sabes que en su corazón está el deseo de liberar y salvarnos de todo? ¿Sabes que el corazón de Dios siempre es bueno? Es muy interesante la figura que se pone de que el leproso se tiene que acercar al sacerdote, a lo divino, al que habla de parte de Dios: “será llevado ante Aarón, el sacerdote, o cualquiera de sus hijos sacerdotes”. Dios también quiere hoy acercarse a ti. Jamás será indiferente.
¿Tienes tú algún tipo de lepra? ¿Qué lepra tienes? ¿La de la indiferencia y de la incredulidad? ¿La de la falta de amor y esperanza? ¿La de la falta de apertura para las cosas de Dios? ¿La lepra de la cólera, el odio o rencor? ¿La lepra del desgano? ¿La lepra del desamor? ¿La lepra de la falta de compromiso por anunciar a Jesucristo? ¿La lepra de la falta de servicio a los pobres? ¿La lepra de la testarudez de no querer convertirse?
Marcos en su evangelio (Mc.1,40-45) nos pone una escena realmente maravillosa. Los personajes ya los conocemos: Jesús y el leproso. Es bueno saber que: todo encuentro con Jesús provoca conversión, liberación, sanación, ganas de anunciar su reino, servir a los demás.
Detalles de este texto son muchos, aquí algunos. El leproso se acerca a Jesús. Fe, apertura, confianza, esperanza, libertad, son algunas de las tantas características de este leproso. Le presenta su deseo, pero de rodillas (“Si quieres, puedes limpiarme”). ¿Soy capaz de reconocer que Cristo lo es todo para mí, para los demás, para mi Iglesia, para el mundo? ¿Realmente él es dueño de mi vida? La compasión de Jesús, seguido de su cercanía. Hoy también Jesús quiere compadecerse de ti, de mí y de todos, no nos quiere dejar solos, porque es su querer. Esta compasión de Jesús va de la mano con una certeza: “Quiero, queda limpio”. ¿Deseas presentarle algo especial hoy a Jesús? ¿Qué le quieres decir? La sanación de Jesús: “La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio”. No quedarse callado ante las maravillas de Dios: “Pero él salió y se puso a pregonarlo y a divulgar el hecho”. Vale la pena seguir confiando en Jesús: “y aun así acudían a él de todas partes”.
¿Quiero tocar el corazón de Jesús?, pues me pongo de rodillas y le abro mi corazón, y hasta me atrevería a decirle: ¡mi vida es sólo para ti, Señor! ¿Quiero recibir alguna bendición especial de él? Le pido con fe, como el leproso del evangelio, esta puede ser también tu oración, la mía o la de todos: “Si quieres, puedes limpiarme”.
Dios quiere siempre nuestro bien.
Con mi bendición.