La palabra de Dios que se proclama este domingo nos trae la enseñanza sobre el PERDÓN.
Ya la primera lectura tomada del Libro del Eclesiástico enseña que para ser perdonado por los pecados cometidos primero es necesario perdonar la ofensa de tu prójimo, para nosotros tal vez esta enseñanza sea muy familiar pues la solemos pronunciar cada vez que rezamos aquella oración que el Señor Jesús enseño a sus discípulos cuando estos le pidieron que les enseñara a orar, “…perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden…”.
Si el Señor Jesús enseño a sus discípulos sobre el Perdón en la enseñanza de la oración que conocemos como el Padrenuestro, es porque desea que siempre la tengamos presente y no la olvidemos porque es algo que debemos practicar siempre, porque en ello está la posibilidad de ser perdonados por nuestros pecados.
Se interroga el escritor sagrado e interroga a todos “… ¿Cómo puede un hombre guardar rencor a otro y pedir la salvación al Señor? No tiene compasión de su semejante, ¿y pide perdón de sus pecados?…” Podemos percibir que la necesidad de perdonar está ligada a la propia salvación, a la posibilidad de ser perdonados.
En el evangelio se nos presenta el diálogo que hay entre Pedro y el Señor Jesús, donde Pedro le pregunta al Señor sobre cuantas veces se debe perdonar a quien me ofende, Pedro pone un límite en la pregunta y son siete veces, el cual es corregido por el Señor al elevar el número de veces que se debe perdonar al ofensor dando a entender que se debe perdonar siempre.
El PERDÓN está unido a la obligación que tenemos como creyentes de realizar la CORRECCIÓN FRATERNA en favor de nuestros hermanos y hermanas ya que esta también está ligada a nuestra salvación.
Digo que el perdonar está ligado a la corrección fraterna porque quien corrige a su hermano cuando este está obrando mal, para que deje de hacerlo y empiece a obrar el bien debe estar unido a la exigencia de perdonarlo para que siempre la relación se mantenga saludable, solo se entiende que sea así cuando recordamos la Alianza del Altísimo, que a pesar de los errores cometidos por su Pueblo, Él siempre les perdono cuando reconociendo su falta y pecado, le pedían que los perdonase. Quien corrige debe saber perdonar ya que tanto la corrección como el perdón lo aprendemos de nuestro Padre Dios que espera que el pecador se convierta y que viva.
Al igual que en la corrección fraterna, el perdón tiene que ver con nuestra propia salvación, porque según el final del relato, si no somos capaces de perdonar, “Lo mismo hará mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano” entonces recuperamos la deuda como el hombre del evangelio y entonces tendremos que pagarla completamente y recordemos que “la paga del pecado es la muerte”.
SALUDOS, FELICIDADES Y BENDICIONES PARA TODOS USTEDES MIS HERMANOS Y HERMANAS, QUE LA PRÁCTICA DEL PERDÓN ENTRE NOSOTROS NOS ALCANCE EL PERDÓN DEL SEÑOR PARA NUESTROS PECADOS.