Queridos amigos
Como ustedes saben Jesús habló del Reino de Dios en Parábolas. Nunca lo definió, pero, sí, de un modo sencillo, como quien cuenta historietas, nos fue dando algunos detalles del mismo. Según lo dicho en los dos anteriores domingos, el Reino de Dios se nos presenta pequeño en un principio (“grano de mostaza”, “puñado de levadura: Mt 13, 31-33), lleno de buenas semillas (“sembrador”: Mt 4, 1-8`), poblado por buenos y malos (“el trigo y la hierba mala”: Mt 13, 24-30.36-43). A estos detalles del Reino hay que añadir los que Jesús nos dice en el evangelio de hoy (Mt 13, 44-52), al comparar el Reino de Dios con un tesoro, una perla preciosa, una red barredera y un arcón. Veamos someramente esos detalles.
Las parábolas del tesoro y la perla preciosa nos aseguran que el Reino de Dios tiene un valor incalculable. Tan grande que Jesús quiso relievarlo dedicándole dos parábolas. ¿Es tan invalorable para nosotros? Resulta increíble que poseyendo un tesoro tan grande o una perla de tantos quilates, no saltemos de contento ni nos sintamos como millonarios ni lo protejamos para no perderlo. Sin duda, nuestra desgana y desmotivación de cristianos, nuestras flaquezas y caídas, se deben a que el Reino de Dios no tiene en nosotros el mordiente que debiera, el atractivo y la seducción que merecen.
La parábola de la red barredera, que recoge toda clase de peces, pareciera apuntar a lo mismo que la del “trigo y la hierba mala”: en el Reino de Dios hay toda clase gentes… Jesús quiso insistir en este punto y en la idea de que los buenos tienen que servir de ejemplo a los malos. Por lo que hace una red barredera, la parábola nos estaría diciendo que el Reino de Dios no discrimina a nadie a la hora de “pescar…” Como las redes barrederas, “los pescadores de hombres” (los apóstoles y nosotros) tenemos que recoger toda clase de peces y de cosas… La selección la harán Dios y sus ángeles en el juicio.
La parábola del arcón (Mt 13, 52) la solemos pasar por alto, pero es de la mayor importancia, sobre todo en nuestros días. Nos dice que el Reino de Dios es para todos los tiempos y circunstancias. En su arcón (= la Palabra de Dios y la Tradición) hay de todo lo que necesita el mundo en cada época. Corresponde a los cristianos sacar del arcón lo que más conviene. En la nuestra, cuanto, por ejemplo, se refiere a la dignidad de la persona, a la verdad y la libertad, al valor de la vida, a la Nueva Evangelización…