SE NECESITA MISIONEROS

Mucha gente, hoy en día, vive como si no existiera; quizás sin un rumbo fijo, por no decir sin brújula o sin dirección en su vida; para otros, Dios “no cuenta para nada” (“ya nada me dice Dios” pudieran pensar); hay gente que se ha desviado del camino de Dios; hay mucha gente que ha caído en la pobreza material y en la pobreza espiritual; hay gente que vive con mucho miedo en su vida y no tiene ganas de avanzar; y la lista es larga. Con esto me pregunto: ¿Dónde están esas personas que un día “se dejaron llevar por la emoción espiritual” proclamando que serían apóstoles? ¿Dónde están esas personas que “Dios les habló” para dar a conocer su amor? ¿Dónde están las personas que dijeron: “Señor te seguiré a donde quiera que vayas”? ¿Será que habrán caído en el abandono o dejadez espiritual?

Para todas esas personas Isaías, el profeta de la esperanza y del consuelo mesiánicos, les tiene un mensaje de parte de Dios: “Festejen a Jerusalén, gocen con ella, todos los que la aman, alégrense de su alegría, los que por ella llevaron luto” (Is.66,10-14). Esto debe ser un grito ensordecedor al que está con sus oídos tapados; debe ser un grito esperanzador a todo aquel que ha perdido la esperanza; debe ser un grito consolador, a todo el que ha perdido el consuelo; un grito acogedor, a todo aquel que no se ha sentido acogido; pero también un grito misionero para todos los que quieren cantar las maravillas de Dios a tanta gente sedienta y hambrienta de Dios.

El que quiere llevar esperanza y consuelo a otros, de la mano con el pan de la palabra y el pan de la Eucaristía, no debe olvidar que debe gloriarse de Jesús, porque camina con Él: “Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en el cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo” (Gal.6,14-18). El que es de Dios, el que se dice cristiano, no puede hacer otra cosa que llevar siempre a Dios en su vida, en la gente que visita, porque “ay de mí sino anuncio el evangelio” (1Cor.9,16). El misionero, es una criatura nueva en Cristo Jesús. Si estoy con Dios, si Él habita en mí, se me tiene que notar (cf.Filp.2,5).

Jesús tiene un deseo grande: que la misión no debe pararse, debe continuar. Hay gente que necesita de Dios, de su amor, de una palabra de consuelo y esperanza, que necesita de la palabra de Dios. Lucas nos muestra a un Jesús organizando la misión. Esta misión parte de un llamado: “designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir Él” (Lc.10,1-12.17-20). Estos misioneros fueron obedientes. Cuánta gente pone excusas, sin sustento, para seguir a Jesús, y para hablar y actuar en su nombre (Col.3,17). Estas abundan: “no tengo tiempo”, “esas cosas son para gente preparada como ustedes”, “tengo cosas más importantes que hacer”, etc. ¿No será que vivimos nuevamente un cristianismo sin exigencias? Y Jesús advierte siempre que no hay muchos que se comprometan a esta tarea, ya que “la mies es abundante, y los obreros pocos”.

El misionero no puede quedarse cruzado de brazos, la fe no es estática, no puede vivir un cristianismo a su manera, debe ponerse en camino. Habrá que dejar lo que está atrás y “ponerse en camino”. También está llamado a perseverar en medio del lobo vestido de oveja, sin dejarse desanimar por nada ni por nadie. Su vida no depende de las cosas, aunque estas puedan ser necesarias, su vida depende de Dios: “No lleven talega ni alforja, ni sandalias…”. El misionero está llamado también: a no desanimarse por nada ni por nadie, así se vista de luz o de religiosidad esa persona o comunidad que le desanime en el compromiso de anunciar de palabra y obra el amor redentor de Dios; es un portador de paz y de buenas nuevas.

El misionero habla con Jesús (oración) y habla de Jesús (misión). Es una persona de fe “a prueba de todo”, y esto es un reto de amor y de fe muy grandes. Cuando hablamos de Jesús a los demás, no olvidemos que nuestros nombres “están inscritos en el cielo”, y que esa es nuestra meta, nuestro objetivo final.

Te hago un llamado a decirle hoy mismo a Jesús: “Cuenta conmigo porque sé que mucha gente que está hambrienta de tu amor, está necesitada de Ti”. Jesús necesita misioneros: ¿te animas a ser uno de ellos?

Con mi bendición:

Leave Comment