La Navidad es la celebración gozosa de la Encarnación del Hijo de Dios en un clima de oración, de esperanza, alegría y compromiso porque el rostro del Niño Dios, en su humildad y ternura, refleja el misterio del hombre en su debilidad especialmente en solidaridad y cercanía con los más pobres y marginados de la sociedad. La Navidad es la celebración gozosa de la Encarnación del Hijo de Dios en un clima de oración, de esperanza, alegría y compromiso porque el rostro del Niño Dios, en su humildad y ternura, refleja el misterio del hombre en su debilidad especialmente en solidaridad y cercanía con los más pobres y marginados de la sociedad.
El Niño Dios se encarna en nuestra propia historia para salir a nuestro encuentro. Dios mismo, viviendo desde siempre en la Trinidad, se ha hecho carne. El Hijo ha puesto su morada en el mundo para que todos lleguemos a ser también Hijos de Dios.
La Navidad es un día para adorar, para agradecer, para descubrir desde la humildad, el asombro y la intimidad de Belén con la presencia gozosa de María, José y el Niño mostrando el gran misterio de nuestra fe: la encarnación del Hijo de Dios para humanizar a Dios y “divinizar” al hombre.
Feliz Navidad para todos y que el Niño Dios nos colme de bendiciones durante el año 2018.
P. Pedro