ES TIEMPO DE VISITA

En este fragmento del libro de la Sabiduría, el “sabio” hace un elogio de la misericordia de Dios. Presenta una serie de argumentos que ofrecen un desarrollo más elaborado de la acción providencial de Dios: la absoluta bondad que sale de sus manos, su infinito deseo que sus criaturas existan, el reconocimiento de la fragilidad del hombre lo que le convierte en un necesitado de perdón, la acción correctiva de Dios porque no quiere que el hombre se pierda, sino que se convierta y crea cada vez más en su Creador. La grandeza de Dios no consiste tanto en su gran poder sino en su extraordinaria compasión, lo que estimula al creyente a buscar siempre a este Dios del amor, del perdón y que ofrece siempre una nueva oportunidad.

La segunda carta a los tesalonicenses parece ser una reedición de la primera carta, y que fue escrita tiempo después de la muerte de Pablo, para animar a las comunidades paulinas de esta ciudad buscando mantener firme el propósito con el que se inició su misión, sobre todo en la esperanza por la venida de Cristo Jesús. Pasada la efervescencia de la misión paulina, la venida de Cristo ya no se entendía como una llegada intempestiva, por lo cual era necesario advertir de ciertos grupos alarmistas que motivados por visiones y cartas mantenían en vilo a los cristianos de Tesalónica por la segunda venida del Señor. Es una clara exhortación a mantener viva la esperanza, pero sin desesperación.

Jesús avanza en su camino a Jerusalén y entra en Jericó y el evangelista Lucas nos narra el encuentro de Jesús con Zaqueo. Su cercanía con los pecadores genera una gran incomodidad ante sus contemporáneos. No se comprende cómo un hombre que habla tanto de Dios puede juntarse o, como en este caso, ser capaz de entrar a la casa de un pecador público y comer con él. Sabemos ya de la condición del cobrador de impuestos, un hombre despreciado por sus propios hermanos, traidor a la nación, ladrón y extorsionador. Pero aquel “pequeño” publicano se anima a conocer a Jesús que viene pasando, para lo cual decide subirse a una higuera. Como tantas veces, Jesús toma la iniciativa y compromete a Zaqueo para que le pueda recibir en su casa. Las murmuraciones empiezan a surgir, pero Zaqueo no pone reparos a su deseo de recibir y acoger al Maestro en su hogar. La respuesta a la murmuración es la conversión inmediata de Zaqueo quien no solo se vuelve solidario con los pobres, sino que es capaz de aceptar sus errores y remediarlo de un modo eficaz. Sin duda, Zaqueo se sintió amado y apreciado por aquel Maestro Jesús, y sucumbió ante su mirada misericordiosa, aceptando en su vida la conversión. La decisión de Zaqueo se convierte en la ejemplaridad de esta narración. Ya no es más un pecador sino un hijo de Abraham, y su disposición ha permitido que la salvación haya llegado a su propia casa. Jesús va pasando por tu vida, anímate y súbete al árbol que te permita verlo, muéstrate disponible a buscarlo, y él te sorprenderá y te visitará. En ese instante, convéncete de que la salvación de Dios se ha hecho presente en tu corazón y en tu hogar y canta con el salmista “Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey”.

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